miércoles, 18 de diciembre de 2019

EL ENEMIGO INTERIOR. ALGO HUELE A PODRIDO EN KISLEV. Sesión 21

Skeech no podía evitar mirar el agua con regocijo, por fin habían dado con el río subterráneo que cruzaba la ciudad, cuando terminaran de contaminar el río solo faltarían unos días para que la enfermedad se propagara entre sus malolientes humanos, muy pronto todo el Imperio seria pasto de una purga en la que los pocos que consiguieran sobrevivir caerían bajo las huestes de los Skavens que vendrían después,  en su búsqueda habían encontrado lo que parecía ser una antigua cripta, había mandado a sus Alimañas a investigarla, pero solo habían encontrado huesos, Skeech había notado una presencia en aquella cripta, una presencia que le había erizado los pelos del lomo, de momento se había retirado lo mas lejos posible, ya tendría tiempo de averiguar mas cuando la ciudad cayera en sus manos...





Después de acabar con Alexis III nuestros héroes siguieron avanzando por el pasillo flanqueado por columnas, el pasillo acababa abruptamente en una pared, pero antes de acabar salían cuatro bifurcaciones que daban a otras tantas habitaciones, con cuidado se acercaron a sus puertas de madera donde después de escuchar no percibieron ningún ruido, con cuidado las fueron abriendo, en una de ellas pudieron encontrar lo que parecía ser una despensa, repleta de alimentos de primera calidad, en otra de las puertas una especie de cocina, lo cual les resultó muy extraño ya que no disponía de ningún tipo de ventilación por donde poder evacuar el humo, en la tercera puerta encontraron una biblioteca, llena de libros sobre astronomía, historia, hierbas y nigromancia, algunos de los volúmenes estaban escritos en élfico, pero en muchos la letra era de la misma persona, quizás eran obras del propio Durgul, por último se dirigieron hacia la última habitación, pero justo cuando se disponían a abrirla decidieron volver sobre sus pasos, Ogmund había empezado a escuchar como alguien pronunciaba su nombre y le guiaba por algún motivo, siguiendo las indicaciones de Ogmund avanzaron hacia la parte Norte del templo hasta llegar donde se encontraba el derrumbe, allí en una de las paredes encontraron una puerta secreta que por el polvo que dentro se encontraba nadie había pisado en cientos de años, con cautela avanzaron por un oscuro pasillo que poco a poco ascendía, por fin llegaron hasta otra puerta secreta que tras accionarla penetraron en una estancia que parecía que en su día había servido para preparar los cadáveres antes de ser enterrados, de sus paredes colgaban sudarios deshilachados por el paso del tiempo, en la puerta del Sur pudieron ver que se encontraba una despensa, la otra puerta daba a una gran sala, en ella subida a un pedestal había una gran estatua de Sigmar orientada hacia la fortaleza enana de Karaz-a-Karak, uno de sus brazos empuñaba su martillo mientras la otra estaba levantada como otorgando una bendición, en la bóveda del techo se podía ver frescos que representaban la vida de Sigmar, en la pared del fondo dos antorchas permanecían encendidas iluminando la estancia, mientras Erwin y Nikkit permanecían vigilantes y miraban por la estancia. Ogmund se acercó con solemnidad a la estatua de su Dios, al acercarse pudo ver que en unos de sus lados había una llave y un gran libro de cuero que narraba la vida y obra de Sigmar, debajo del libro un pergamino contenía una parte de la profecía en la que Sigmar volvería para salvar al Imperio en su hora mas aciaga, al pronunciar la profecía la luz de la habitación disminuyó a la vez que los ojos de la estatua refulgieron, en la cabeza de Ogmud volvió a escuchar la voz que le había guiado hasta allí, ``El momento se aproxima, ¿estarás listo?´´, y tras la respuesta afirmativa de Ogmud, la voz le volvió a hablar ``Te daré una señal,ve y encuentra la fuente del Caos que mancha mis tierras´´, tras lo cual la luz de la habitación recuperó su intensidad y el refulgor en los ojos de la estatua desaparecieron, cogieron la llave y siguieron investigando el templo, al Este pudieron encontrar otra despensa mas grande que la que vieron anteriormente, también dieron con la que sería la habitación del abad y gracias a la llave pudieron acceder a la biblioteca del templo, en ella pudieron ver volúmenes con la historia del templo desde su construcción, también pudieron averiguar que en sus criptas estaba enterrado un antiguo héroe del Imperio, Siegfried Von Kesselring,  el cual gracias a su espada mágica Barrakul (Esperanza de las Montañas) había conseguido mantener a raya a los hombres bestia y a su líder un guerrero del Caos hasta que pudieron venir refuerzos, pero en la lucha sufrió heridas que le causaron la muerte, al Sur de la sala del altar una puerta daba a un vestíbulo que comunicaba con unas escaleras que ascendían hacia el exterior, pero por desgracia un derrumbamiento había taponado ese camino, pensando que en la sala principal del altar debería haber algún acceso a las criptas empezaron a buscar allí, Ogmund derramando agua sobre el altar pudo percatarse que el agua desaparecía por debajo del pedestal donde se izaba la estatua, examinando con detenimiento la estatua al tocar el brazo que tenía extendido esté bajo haciendo que la estatua junto al pedestal descendieran hasta un nivel inferior, ante ellos tenían el acceso a las criptas, con cuidado descendieron, ante ellos pudieron ver un ancho pasillo del que partían otros mas estrechos donde había nichos, mientras avanzaban tanto Ogmund como Erwin pudieron oír el ruido de agua y unos pasos que se arrastraban, el típico ruido de una rata pero mucho mas fuerte, con cautela avanzaron hasta donde habían escuchado ese ruido y aunque no vieron a nadie si que al fondo de ese pasillo en la pared se podía ver un agujero que daba a un túnel, y por el suelo vieron con claridad huellas de ratas pero del tamaño de un enano, con cautela Erwin y Nikkit se quedaron vigilando que nadie entrara por allí mientras Ogmund buscaba la tumba de Siegfried Von Kesselring, la cual se encontraba escondía tras otra, oculta a la vista de cualquier ladrón de tumbas, en ella estaba el esqueleto de Siegfried Von Kesselring, y sobre su pecho descansaba Barrakul, un mandoble con una vaina de cuero enjoyada, tanto la vaina como el mandoble parecía que hubiesen sido forjados hacia poco tiempo, con un gran respeto Ogmund cogió el arma volviendo sobre sus pasos, en ese momento tres enormes ratas del tamaño de un enano y armadas con armas entraron a través del agujero cargando sobre Erwin y Nikkit, la primera cayó ante los disparos de ambos, mientras que su compañera llegaba ante ellos cayendo bajo la espada de Erwin, la tercera portaba una especie de incensario que hacia girar sobre su cabeza esparciendo un humo fétido a su alrededor, Erwin y Nikkit la mantuvieron a raya hasta que Ogmund apareció desenvainando el mandoble y dándole el golpe de gracia a esa abobinación.



Tras meditarlo, Ogmund le entregó el arma a Erwin, de momento por sus conocimientos el era el mas indicado para blandir el mandoble, del agujero de donde habían aparecido las ratas se podía escuchar ruido de agua y del alguna mas de esas criaturas, de la última rata que habían dado muerte vieron que portaba unas esferas que desprendían un olor a putrefacción, si el ruido de agua que se oía era del que se abastecía la ciudad de agua, era posible que estuvieran intentando envenenarla, solo tenían dos opciones, o volver al antiguo templo enano para seguir buscando al hechicero y su demonio o penetrar por el túnel y acabar con la amenaza de las ratas, tras meditarlo decidieron adentrarse por el túnel y acabar con lo que allí hubiera...

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