lunes, 5 de diciembre de 2022

El ENEMIGO INTERIOR. EL IMPERIO EN LLAMAS. Sesión 41

"Los dragones recolectan tesoro para conseguir una pareja. Mientras mayor sea el tamaño de su tesoro, mejores serán las posibilidades que tendrá un dragón de conseguir una compañera. Los grandes tesoros se consiguen gracias a la fuerza o a habérselo ganado. Sí, habéis oído bien. Es cierto que muchos dragones se hicieron con su tesoro gracias a la fuerza bruta, sobre todo robándolo de nuestra gente, pero hace mucho los dragones fueron nuestros amigos y aliados. Ayudaron a excavar algunas de nuestras salas y auxiliaron a los herreros rúnicos a forjar cierto número de runas magistrales, y a cambio les hicimos tesoros de belleza incomparable que eran de agrado para los suyos. Sin duda habrás escuchado que nosotros los enanos perdimos el conocimiento de hacer algunas de las runas más poderosas. Basura. ¿Cuándo ha perdido un enano algo de valor? No, aún sabemos cómo hacerlas, pero cierto número de las mayores runas precisan de fuego de dragón para grabarlas en gromril, y tras las muchas traiciones que hemos sufrido, ya no confiamos en los Drakk."

ULTHER HARGINSSON, SEÑOR DEL CONOCIMIENTO ENANO




Cuando la niebla despareció vieron que se encontraban dentro de la fortaleza enana, con rapidez y en silencio acabaron con los dos guardias goblins que estaban a ambos lados del pasillo  medio dormidos,  al frente el pasillo desembocaba en una gran sala llena de escombros y muebles rotos, en ella acabaron con rapidez con otros dos goblins que estaban discutiendo, aunque no lo suficientemente rápido para que uno de ellos gritara dando la alarma, al fondo de la gran sala, en el lado izquierdo un pasillo seguía internándose en la fortaleza, por ese pasillo vio Leopold a un goblin correr como si su vida fuera en ello, con rapidez el grupo avanzo tras él, ese pasillo avanza unos metros hacía el oeste para luego girar hacía el norte, ante ellos el pasillo seguía varios metros, en su recorrido tenían varias puertas, dos a su izquierda y una a su derecha, mientras avanzaban les llegaban ruidos amortiguados, de una puerta de la izquierda salió un orco sudoroso, armado con un hierro con la punta al rojo vivo, pero antes de que pudiera atacar cayo ante las espadas de Erwin y Leopold, detrás suyo salió otro orco con una obesidad fuera de lo normal,  y aunque conseguían atravesar su cuerpo parecía que aquella grasa absorbía todo el daño de sus armas, mientras por la retaguardia fueron atacados por un orco y una medio ogra, Ramkir utilizo su magia para ayudar a Ogmund en esa lucha, pero Ogmund se encargo de repartir justicia con su martillo, causando estragos entre aquellos dos enemigos, mientras en el otro lado entre Erwin y Leopold consiguieron cercenarle la cabeza a aquella aberración de orco, mientras recuperaban el aliento por fin pudieron escuchar un ruido que se acercaba con rapidez, de repente por el pasillo un jabalí venia a toda velocidad hacía Erwin a la vez que otro aparecía por el pequeño pasillo que tenia a su derecha, este ultimo lo consiguió esquivar, pero el otro jabalí impacto contra él, por suerte el golpe no fue muy fuerte y su armadura pudo absorber parte de aquel daño, lo siguiente que ocurrió fue rápido, primero cayeron los jabalís para seguidamente los goblins que los montaban, como pudieron observar la mayoría con los que habían combatido presentaban alguna mutación del caos, todo aquel combate había propiciado que el resto de la tribu le hubiera dado tiempo a prepararse, por el norte bajaban un grupo de orcos comandados por su líder, mientras de la puerta del este una gran cantidad de goblins avanzaba.


Leopold se encargo de taponar el pasillo por donde venían los goblins, mientras Erwin hacia frente a los orcos que bajaban por el pasillo del norte, el primero en golpear fue Ramkir, que recurriendo a su magia creo una llamarada parecida a la de un dragón que envolvió todo el pasillo, aquello dejo malherido a varios de sus enemigos, acabando incluso con uno de los orcos, del resto fue encargándose primero Erwin, y luego ayudado por Leopold, ya que los goblins al ver aquella llamarada decidieron abandonar el combate y correr a un sitio más seguro, poco a poco fueron acabando con los orcos para seguidamente acabar con el líder y una ogra que entro en un estado de furia cuando acabaron con el líder, pero mientras esto ocurría un pequeño goblin que iba tras ellos y que no paraba de gesticular y dar pequeños saltitos en forma de baile imploro la ayuda de Morko y Gorko, un enorme pie de color verde apareció sobre las cabezas de Erwin y Ogmund, cayendo sobre ellos, dejándolos muy mal heridos pero con vida, y aunque volvió a intentar algo con Leopold este lo atravesó cuando arrodillado en el suelo pedía clemencia, una vez terminado el combate solo les quedaba por ver que se escondía detrás de la segunda puerta que había a su izquierda, de la cual habían escuchado pequeños chillidos, en ella había una docena de sprogs, niños goblins, junto a un goblin anciano, algo que era muy raro de ver, ya que pocos goblins llegaban a esa edad, -que podían hacer con aquellos pequeños pieles verdes?, desde luego no se lo pensaron mucho y sin ninguna piedad acabaron con ellos entre pequeños gritos de terror, incluso se podría decir que se deleitaron en ello, dejando al viejo goblin en el último lugar para que viera como acababan con los pequeños...




Así de cruel era la vida en el Viejo Mundo, los pieles verdes también habrían matado o esclavizado a los niños humanos, al final quizás no había tantas diferencias entre los distintos habitantes de aquel cruel mundo...

jueves, 24 de noviembre de 2022

EL ENEMIGO INTERIOR. EL IMPERIO EN LLAMAS. Sesión 40

Ogmund se despertó con la frente perlada en sudor, y no era a causa del tiempo, el pequeño fuego apenas daba calor en aquella gélida noche, el sueño había sido tan real, todos aquellos hombres matándose entre ellos, amigos contra amigos, familias rotas por su fe, y aquellos seres horribles saliendo de los bosques para acabar con todos ellos, sabia con certeza que aquello era un sueño, un mal sueño, pero que poco a poco ese día estaba a punto de llegar...


En aquel bosque sombrío ni siquiera se veían animales, solo el aire y sus pisadas rompían aquel inquietante silencio, pero al cabo de un rato pudieron ver un cuervo que les miraba posado en una de esas retorcidas ramas, de repente emitió un graznido y alzo el vuelo, en ese momento delante de ellos se empezó a formar una especie de bruma, poco a poco esa bruma fue cogiendo forma hasta convertirse en una masa deforme de la que parecía que en su interior albergaba a distintos seres y criaturas, varios tentáculos empezaron a surgir de aquel ser en dirección al grupo, Erwin y Ogmund se defendieron bien, mientras Ramkir invocaba su magia para acabar con esa criatura, pero hasta que eso ocurrió Leopold sufrió la peor parte, uno de los tentáculos dejo inservible su escudo, lo que origino que otro le lacerara brutalmente la pierna, la herida que le causo no tenía muy buena pinta, la carne abierta estaba empezando a pudrirse, sin conocimientos para poder curar o frenar aquello solo les quedaba un camino, Ramkir utilizando su magia brillante para quemar a conciencia la herida, aquello consiguió parar la enfermedad pero también daño músculos y ligamentos de la pierna, dejándole de por vida una gran quemadura y una ligera cojera, tras aquello el cuervo volvió a aparecer y posado sobre una rama les vio marcharse de aquel bosque para volver a continuar el camino entre las montañas.


Durante una semana caminaron en la dirección que Leopold tenía marcada en el mapa, llegando al final de las Montañas Negras, ante ellos se levantaban las Montañas del Fin del Mundo, los dos siguientes días en todo momento no dejaron de ascender por ellas, ante sus ojos podían ver los altos picos nevados, al tercer día llegaron a una gran planicie que estaba cubierta de huesos, armas y armaduras oxidadas, todas de un tamaño pequeño, o bien de enanos o halflings, junto a unas mucho mas grandes propias de orcos, atravesaron la planicie donde al pie de la montaña dieron con unos escalones que ascendían, la ascensión fue dura, tuvieron que parar varias veces para descansar, dejaron de contar el número de escalones que llevaban subidos, llego un momento que atravesaron las nubes bajas que había alrededor de la montaña, los escalones terminaban en una especie de mirador, y aunque el camino parecía que seguía por el otro extremo este se acababa al poco de girar, desde donde terminaba el camino hubo unos segundos que las nubes se abrieron y pudieron ver lo que había al otro lado de la montaña, una gran hueste de pieles verdes, trolls y gigantes eran comandados por un orco montando una serpiente alada en dirección a las tierras del Imperio, pero de momento aquello no era su problema, retrocedieron hasta el mirador y buscaron por la pared y el suelo buscando alguna entrada, no podían haber llegado hasta allí para nada, pero por más que buscaron no encontraron nada, pero al igual que en el templo de Sigmar cuando Ogmund pronuncio el nombre de su Dios de la pared de roca se empezó a dibujar una línea luminosa, hasta iluminar una zona de la pared, desapareciendo como si nunca hubiera estado allí, en su lugar se veía una entrada a una cueva.

En su interior se podía ver un estanque de agua cristalina y a un lado cajas amontonadas, que más tarde pudieron ver que estaban vacías y en mal estado, una luz antinatural iluminaba cálidamente la cueva, la cual extrañamente permanecía bastante seca, según avanzaron al interior vieron que al fondo había una hoguera, pero una hoguera que no emitía humo, Ramkir intento un conjuro de disolver la magia que allí había, pero de nada le sirvió, nada cambio, pero de repente una voz resonó en sus cabezas, preguntándoles que hacían allí y quieres eran, la voz era de alguien mayor pero a la vez resultaba enérgica, Ogmund le conto a lo que habían venido y lo que buscaban, a un lado de la hoguera pudieron ver como como un anciano enano bajaba de un saliente, sus agiles movimientos no contrastaban con aquel anciano, con una sonrisa se presento ante ellos, se llamaba Yodri, y en todo momento se refería a ellos como jóvenes enanos, y aunque le preguntaron si sabía donde estaba el Ghal-Maraz este no les hizo caso, es más, ante preguntas tan directas se enfadaba sobremanera, aunque Leopold intentaba calmarlo ayudándole en lo que estuviera haciendo, a lo que este le cogía del brazo y dándole una suaves palmadas le decía, -buen y joven enano-, tras sentarlos delante de la hoguera Yodri puso a calentar una olla con agua en la que fue echando distintas hojas y trozos de corteza, la cueva empezó a oler a distintas especies, y cada uno de ellos empezó a tener una visión mientras miraban como las llamas danzaban, todos vieron lo que estaba pasando en el Imperio o lo que pasaría, hombres luchando contra hombres, sigmaritas contra ulricanos, menos Erwin que vio como una gran lobo blanco corría detrás de un cometa de dos colas hasta parar delante de una pared rocosa y empezar arañarla con sus uñas, esa pared era por donde habían entrado a la cueva, aquello quizá les confirmaba que estaban en el sitio correcto, pero donde estaba el martillo?


Después de aquello y tras haber comido un caldo que había preparado Yodri por fin les conto lo que querían saber, allí en las profundidades se encontraba el Ghal-Maraz, Sigmar vino a las salas de Kadar-Khalizad, el cual para ser humano tenía cierto aire de enano, en aquellos días Wulfan Merglord era el gran Maestro del Saber, experto en armas, un ingenioso herrero entre todos los artesanos que vivían allí, Wulfan y Sigmar bajaron a las salas inferiores, puede que al Santuario, Sigmar entro pero nunca regresó, Wulfan volvió pero su mente había cambiado, se encerró en los niveles inferiores y ordeno a Dargad Tendonpétreo y a Mankir Vistaguda que cerraran las puertas con llave, más tarde Dargad y Mankir también desaparecieron, en aquellos tiempos él era un joven enano que solo tenia acceso al primer nivel, hace seiscientos años los últimos enanos fueron expulsados o asesinados, ahora sus salas están atestadas de goblins y los de su raza, pero nunca han tenido ni el ingenio ni el coraje de abrir las puertas que dan acceso a los niveles inferiores, y mientras les contaba todo aquello iba dibujando en un trapo un mapa de como recordaba que era el primer nivel de Kadar-Khalizad, aquel enano que tenían delante debería tener más de 2500 años, como podía ser posible aquello, era algo que escapaba a sus mentes, tras contarles su historia descansaron esa noche en la cueva con la promesa que al día siguiente los llevaría hasta Kadar-Khalizad, y como buen enano cumplió la promesa, una vez se hubieron desayunado y  pertrechado Yodri empezó a murmurar algo en su lengua mientras movía sus manos en una de las paredes de la cueva, la pared desapareció para mostrar un corredor envuelto en una extraña niebla, Yodri se hizo a un lado para que pasaran, en su mirada se podía distinguir la pena de su partida y el orgullo que sentía por lo que sus jóvenes enanos estaban a punto de comenzar, las ultimas palabras que escucharon de Yodri fueron, -No podéis regresar por este camino, pero no desesperéis, lo que conduce hacía abajo puede también llevarte arriba.-tras andar unos pasos por aquel corredor la niebla empezó a desparecer, ya no se encontraban en la cueva, detrás suya había un rastrillo bajado que daba a algún lugar del exterior, delante un pequeño pasillo se abría a una gran cámara, y a ambos lado una pequeña habitación donde se podía ver a un goblin que debería estar de guardia pero que estaba somnoliento, ahora si estaban en Kadar-Khalizad...




jueves, 10 de noviembre de 2022

EL ENEMIGO INTERIOR. EL IMPERIO EN LLAMAS. Sesión 39

Sigmar decidió que su momento había llegado, era el momento de partir y abandonar este mundo para pasar a ser una divinidad, pero antes de aquello vago por las tres grandes razas que habitaban el Viejo Mundo, y el final de ese camino no era otro que el de devolver aquello que se le había dado, aquello que había juntado a los distintos clanes de hombres para luchar juntos contra la oscuridad que engullía al que después se conocería como el Imperio, y entre esas tres razas, humanos, enanos y elfos dejo escrito donde podrían volver a levantarlo  para volver a juntar a los hombres en caso de necesidad...


Con determinación se encaminaron hacía la puerta, en apenas unos segundos estaban rodeados de esqueletos, los golpes venían de todos los lados, pero metro a metro fueron avanzando hacía su objetivo, el martillo de Ogmund barría todo lo que tenía delante, por fin pudo llegar a la puerta, pero ni empujándola o utilizando la aldaba esta se abrió, mientras Erwin, Ramkir y Leopold le protegían de los esqueletos que intentaban abalanzarse sobre él, pero por fin la puerta se abrió, la plegaria a Sigmar hizo que esta se abriera con suavidad, con rapidez entraron dentro cerrando y atrancando la puerta tras ellos, fuera seguía oyéndose el fuerte vendaval y los golpes de los esqueletos golpeando la puerta, cuando encendieron una luz pudieron contemplar la capilla, no había nada roto, todo estaba limpio, pero cubierto por una fina capa de polvo, delante de ellos varias filas de bancos daban paso a una zona marmoleada donde había varios dibujos grabados en el suelo junto a runas enanas, y al fondo junto a una pila bautismal llena de agua fresca estaba una estatua de Sigmar sentado en un trono, con su martillo descansando en su regazo y varias cabezas de goblins a sus pies.

Pasaron parte del día y de la tarde buscando por todo la capilla, pero sin ningún resultado,  salvo por unas palabras enigmáticas que encontraron talladas en la puerta de entrada, En tiempos de peligro, permite que sabías manos trabajen allí donde han llegado los ojos, pero aunque le dieron mil vueltas a la frase no pudieron conseguir desentrañar el misterio, aunque Ramkir en todo momento se mostro receloso del extraño techo negro que ocupaba toda la capilla, y fue ese techo el que al final les mostro donde mirar, ya de noche mientras descansaban de repente el techo se ilumino con una fuerte luz blanca, un blanco tan puro que incluso dañaba a los ojos, este blanco fue apagándose hasta dejar el techo de un color negro azulado, como el de una noche despejada, poco a poco fue iluminándose de pequeños puntos de luz, pudieron distinguir varias de las estrellas y constelaciones que ellos conocían, y al igual que se habían iluminado fueron extinguiéndose, hasta que de repente un cometa de dos colas emergió por la zona del techo cercana a la puerta de entrada, fue surcando la capilla hasta salir por la pared opuesta, dejando durante unos minutos parte de su estela iluminando su recorrido, empezaron a buscar si en esa pared había algo que les pudiera dar una pista, pero aunque en un principio no encontraron nada, cuando buscaron en esa misma pared pero a unos cuatro metros de altura pudieron ver una piedra que se movía, en su interior había un trapo envolviendo algo pesado del tamaño de un puño, era una piedra, en uno de sus lados había tallado un martillo, en el otro la línea que seguía un cometa de dos colas y otra línea con un martillo, mostraba el camino que debían tomar para llegar hasta el martillo de Sigmar, por un momento esperaron encontrar el martillo en aquel lugar, pero el viaje no había echo más que comenzar...

Terminaron de descansar esa noche dentro de la capilla, por suerte al día siguiente el ruido tanto del vendaval como de los esqueletos golpeando la puerta habían cesado, pudieron salir tranquilamente, abandonando el lugar y tras recoger a la mula encaminarse en la dirección que Ramkir había señalado, volvían a caminar entre pasos de montaña, los días fueron pasando uno tras otro, cruzando un par de ríos que por suerte no bajaban muy crecidos y pudieron vadearlos con facilidad, pero las provisiones habían llegado a su fin, y en aquellos parajes solo había piedras para echarse al estomago, por lo que no les quedo más remedio que sacrificar a la mula, aquello les daría para tres día más de comida, por suerte en ese ultimo tercer día el camino dejo de ascender, habían subido tanto que una densa niebla cubría parte de los valles que había mas adelante, poco a poco empezaron a descender hasta introducirse en la densa niebla, la cual apenas dejaba ver a diez metros delante suyo, con precaución siguieron avanzando hasta dejar la niebla por encima de sus cabezas, ante ellos se abría algo extraordinario, un gran valle repleto de vegetación, diferentes flores silvestres, un gran bosque densamente poblado, y un camino claramente visible, tras caminar sobre una hora por ese camino pudieron ver delante de ellos casas de madera tanto en el suelo como en los arboles, decoradas con enredaderas, y aunque ya hacía rato que iban precavidos, ya que Erwin y Leopold se sentían observados, pero no por ello pudieron verlos antes de que un par de docenas de elfos les apuntaran con sus arcos desde ambas partes del camino, uno de esos elfos les hablo en un viejomundano bastante básico, casi como el de un niño, les invito a soltar sus armas al suelo, estaban en un valle donde no les estaba permitido estar, y aunque el grupo intento hacerles ver que no querían problemas y que solo estaban de paso, el elfo no cambio de idea, debían hablar con Melaril, con cautela varios elfos se acercaron y recogieron las armas mientras el resto no dejaban de apuntarles con sus arcos, y así fueron conducidos hasta el asentamiento, fueron llevados hasta la casa más grande, dentro una gran mesa ocupaba buena parte de la estancia, fueron invitados a sentarse en sillas dispuestas para ellos en un lado de la mesa, a los cinco minutos un elfo de largos cabellos negros entro por la puerta sentándose enfrente de ellos, sin pronunciar palabra alguna fue observándolos mientras sus armas eran dejadas en cima de la mesa, el elfo las fue observando y tocando para después presentarse ante ellos, era Melaril, el señor del valle oculto, un valle que llevaba oculto más de 3500 años, y que muy pocos humanos habían encontrado y mucho menos abandonado, se intereso por sus nombres y las razones para haber llegado hasta sus tierras, en este caso fueron sinceros y le contaron la misión que les había llevado a atravesar sus tierras, eso  junto a la piedra de la capilla de Sigmar fue suficiente para que creyera sus palabras, acto seguido y a una orden de Melaril los elfos cogieron las armas de la mesa y las fueron dejando al lado de cada dueño, después fueron entrando con pan recién horneado, frutas, queso y distintos manjares, junto a agua fresca, leche y vino, cuando hubieron saciado su hambre y sed Melaril les conto lo que su abuelo le había contado a él cuando era joven, Sigmar había pisado esas tierras cuando decidió abandonar este mundo, en su camino a Kadar-Khazalid paso por aquí, donde permaneció varios días viviendo con los elfos del bosque, su camino le llevaba a ver al rey enano para devolverle el Ghal Maraz, y al igual que había echo con las otras dos grandes razas del Viejo Mundo dejo un mapa dibujado por él mismo, ante ellos saca un trozo de cuero enrollado, y con una gran solemnidad y cuidado lo desenrolla en la mesa, en el se muestra la laguna de Agua Negra y un poco más al sur la ubicación de la antigua y perdida fortaleza enana de Kadar-Khazalid, en el cruce entre la montañas del Fin del Mundo y las montañas Negras, a unos 200 kilómetros de donde estaban, un duro viaje.


Durante la tarde noche pudieron disfrutar de la hospitalidad de aquellos elfos en sintonía con el bosque, su música y poemas aunque imposibles de entender sonaban muy agradables a sus oídos, haciendo que por un momento olvidaran las penurias sufridas y las venideras, por la noche descansaron plácidamente y a primera hora de la mañana Melaril se despidió de ellos, y en señal de amistad colgó del cuello de cada uno de ellos un colgante con un laúd tallado en madera, también se les entrego provisiones para dos semanas de viaje, un grupo de exploradores elfos les acompaño hasta los confines orientales del valle, allí se despidieron de ellos, mientras se preparaban para seguir su camino pudieron ver cuatro formas extrañas volar por mitad del valle, para de golpe desaparecer, desde la distancia a la que estaban era imposible distinguir que podían ser, pero aquello quedaba detrás de ellos lo que tenían delante era más apremiante,  ante ellos aun quedaba un trozo de bosque que atravesar hasta llegar otra vez a ascender a las montañas, pero como bien les había advertido Melaril aquella zona de bosque estaba enferma, algo oscuro se movía por allí, retorciendo y corrompiendo todo a su paso, ellos lo llamaban el Mal Reptante...

martes, 25 de octubre de 2022

EL ENEMIGO INTERIOR.EL IMPERIO EN LLAMAS. Sesión 38

En su juventud, Sigmar lidero una expedición contra los pieles verdes en el Paso del Fuego Negro, en la que rescato a Kurgan Barbahierro, Gran Rey Enano de Karaz-a-Karak. Como muestra de su gratitud este monarca le entregó el martillo de guerra Ghal Maraz, también conocido como el Revientacráneos, y pasó a ser conocido como Sigmar Heldenhammer, creando un vínculo entre ambos pueblos que perduraría hasta el colapso se su mundo.

El camino fue duro, desde que se adentraron en las Montañas Negras no pararon de ir ascendiendo, no era un desnivel muy grande pero era constante, sin darles un respiro, por suerte la orientación de Leopold les fue muy valiosa, haciendo que siguieran más o menos una línea recta, caminando entre valles y por las faldas menos escarpadas de las montañas, y en uno de estos valles fueron atacados por un pequeño grupo de goblins, por suerte Ramkir pudo percatarse de la emboscada con el tiempo suficiente para avisar a sus compañeros, como era bien sabido los goblins carecían de una gran inteligencia, por lo que entusiasmados empezaron a salir de su escondite en ambos lados de las montañas disparando sus arcos cortos en dirección al grupo, pero aún estaban muy alejados de ellos y sus flechas cayeron a varios metros de distancia, Erwin en un rápido vistazo había localizado al cabecilla y a la carrera junto a Ogmund y Ramkir  empezaron a dirigirse hacia él, mientras Leopold amarraba la cuerda de la mula en una piedra para después seguirles, los goblins que habían quedado en la otra parte de la montaña creyeron que huían de ellos y dando saltos de alegría tiraron sus arcos y con la espada alzada empezaron a correr montaña abajo entre gritos, la mayoría perdieron pie y rodaron montaña abajo  acabando muertos, el resto salvo uno fueron aniquilados por la magia de Ramkir, el único que sobrevivió se quedo al lado de la mula, rajando con su espada los sacos que esta portaba para ver si encontraba algo que le gustara, aunque al final sucumbió atravesado por la espada de Leopold cuando este descendió de la montaña.

Para llegar hasta el resto de goblins y su jefe tuvieron que correr montaña arriba, lo que les ocasiono alguna que otra caída, varías flechas volaron hacía ellos pero ninguna acertó en su blanco, el jefe goblin intento utilizar su magia sobre ellos pero sin ningún éxito, los goblins fueron cayendo ante los poderes de fuego de Ramkir hasta que solo quedaron un goblin y su jefe, ambos viendo a sus compañeros muertos emprendieron la huida, al goblin sus dioses le ayudaron a escapar para vivir un día más, pero su jefe no corrió su misma suerte y aunque corrió por su vida, Ogmund imploro la ayuda de Sigmar y un cometa voló desde su mano hasta el goblin, acabando con él.


Por suerte los siguientes días no volvieron a encontrarse con mas dificultades, los días fueron pasando y con ellos las provisiones iban disminuyendo, hasta que por fin llegaron a un punto donde parecía que iban descendiendo levemente, hasta que llegaron a una entrada entre dos montañas que daban paso a una especie de valle en forma de cráter, en el valle se podían ver las ruinas de edificios pero en su centro había uno que estaba intacto, de forma rectangular, sin ventanas y con una sola puerta completamente lisa salvo por una argolla de broce en forma de martillo, el techo del edificio era de un extraño material de color negro que reflejaba la poca luz que dejaban pasar las nubes,  pero lo que más les llamo la atención fue que todo el valle estaba repleto de huesos, antes de entrar al valle decidieron buscar un lugar más o menos seguros donde poder dejar a la mula, ya que habían visto volar por los alrededores una Manticora, tras ello volvieron al valle y se acercaron al edificio, según iban penetrando en él las nubes se fueron cerrando sobre sus cabezas y un viento empezó a soplar, con cada paso que daban su fuerza era mayor, hasta casi volverse huracanado cuando estaban a unos quince metros del edificio, en ese momento los huesos que estaban entre ellos y el edificio empezaron a moverse formando un pequeño ejercito de esqueletos, quietos ante ellos, sin hacer ningún movimiento, pero su sola presencia fue suficiente para atemorizarlos, Ogmund intento acercarse a ellos mientras lanzaba una plegaria a Sigmar, pero en vez de apartarse de su camino según caminaba hacía ellos estos empezaron a moverse en actitud agresiva, por lo que retrocedió, decidieron pasar lo que quedaba de tarde buscando entre las ruinas, por si encontraban alguna otra forma de poder acceder al edificio, pero su búsqueda no obtuvo ningún resultado, intentaron descansar lo mejor que pudieron refugiados entre aquellas ruinas, pero el aire que corría por el valle parecía que traía los lamentos de los allí muertos, Ogmund y Leopold pasaron una mala noche en donde apenas pudieron dormir a ratos.


La noche dio paso a un nuevo día, un día gris, melancólico, que no presagiaba nada bueno, tras recoger el campamento se dirigieron otra vez hacia la puerta de entrada del edificio, y como el día anterior el viento fue creciendo en intensidad según se iban acercando, cuando estaban a unos quince metros los esqueletos se volvieron a levantar, Ogmund iba en cabeza implorando a Sigmar, detrás suya iban Erwin y Leopold, coco con codo, y detrás de ellos un Ramkir que seguía sin sentir los vientos de la magia en aquel lugar, se sentía incomodo e indefenso sin su magia, estaban decididos a llegar hasta la puerta, si la fe no les abría el camino lo harían sus armas, según se acercaban a los esqueletos estos empezaron a moverse, a envolverles, hasta que.....

miércoles, 19 de octubre de 2022

EL ENEMIGO INETRIOR. EL IMPERIO EN LLAMAS. Sesión 37


Tras lo ocurrido en los últimos días ya era hora de encaminar sus pasos a su verdadero destino, su primer objetivo la ciudad de Kemperbad, pero justo cuando estaban buscando transporte un hombre se les acerco para proponerles un trabajo en las Montañas Grises, algo acorde a sus talentos, por su forma de hablar parecía alguien de alta cuna, pero aunque les ofreció una gran cantidad de dinero no fue suficiente para hacerles cambiar de idea, este les entrego un anillo de oro con el escudo del condado del Valle de la Dama, pero con una S en su grabado, si cambiaban de opinión solo tenían que mostrar ese anillo en la Fortaleza Negra para dar con él.


El viaje hasta Kemperbad ocurrió sin ningún contratiempo, primero por el rio y luego por caminos, en Kemperbad debían encontrar una barcaza que remontara el rio hasta Hochsleben, pero por desgracia la guerra iba en aumento, y todo el transporte fluvial estaba dedicado a transportar material y hombres hacía el Norte, por lo que no había forma de poder viajar más allá de Nulm, y Nulm era una ciudad que querían evitar, viajar a pie estaba descartado por el tiempo que supondría, por suerte en la ciudad había dos personas que les podían ayudar, y una de ellas ya sabía que Erwin y Ogmund estaban en la ciudad, Luigi Belladona les había mandado una invitación para cenar con él esa noche, ese hombre controlaba todo lo que entraba y salía de la ciudad, sus tentáculos llegaban hasta la mismísima Altdorf, estaba al tanto de la proximidad de Erwin al Graf Boris y que deberían estar al Este del Imperio y no viajando hacía el Sur, y aunque intento sonsacarles algo de información su intento no obtuvo ningún resultado, accedió a ayudarles a llegar a Hochsleben sin ningún pago, a fin de cuentas como bien decía que no iba a hacer por sus amigos, aunque quedaba claro que el pago era poder abrirse camino en Middenheim, pasaron la velada entre buenas viandas y buen vino, descansaron allí unas horas antes de partir en una pequeña barcaza capitaneada por dos viejos conocidos, el capitán Chistopher y Renat, después de la quema de su barco y tras trabajar un tiempo para los Blucher empezaron a trabajar para el señor Luigi, con ellos viajaron hacía el sur llegando a su destino sin problemas, Hochsleben era un pueblo que vivía alejado del resto del Imperio, aun anclado a los antiguos dioses y tradiciones, en todo el pueblo solo había una tienda donde pudieron comprar lo necesario para adentrarse en las montañas, ropas de abrigo, comida para varías semanas y un burro para poder llevar todo aquello.

Desde Hochsleben hasta el paso del Fuego Negro les llevo cuatro días  en el que aun cruzaron por alguna granja aislada, pero una vez en el paso no se cruzaron con nadie, tras varios días de camino por fin llegaron a la zona donde creían que podían estar las piedras talladas del mapa que les había dado el padre Marcus, pero por más que buscaron no encontraron nada, pero cuando ya estaban empezando a perder la esperanza Ogmund se fijo en un lobo completamente blanco que lo observaba, era muy parecido al lobo que se le había aparecido en sueños, con cautela lo siguieron, adentrándose en la espesura hasta dar con un pequeño obelisco, al lado se podía ver los restos de piedra esparcidos por el suelo de lo que debería de haber sido otro obelisco, en el que quedaba en pie aunque se había intentado borrar y mancillar aun se podía apreciar el símbolo de un martillo grabado en la piedra, parecía que habían encontrado las piedras dibujadas en el mapa, ahora tendrían que adentrarse en las Montañas Negras para intentar encontrar la supuesta capilla sagrada...



lunes, 10 de octubre de 2022

EL ENEMIGO INTERIOR. EL IMPERIO EN LLAMAS. Sesión 36


Sus ojos no apartaban la mirada de aquel edificio, estaba tranquilo, peligrosamente tranquilo, lo había tenido muy cerca pero el destino le había sido esquivo, su lengua se deslizo suavemente por sus labios saboreando ese momento que no se había producido, la gente después de varios días encerrados estaban ansiosos de salir del edificio, desde donde estaba los podía ver encaminarse a la parte trasera del edificio, a la zona de los caballos, a la carreta de los dos enanos, con tranquilidad se dio la vuelta y con paso largo se fue alejando del lugar, ahora no era el momento, ya llegaría el momento de saldar cuentas y pagar por lo que habían echo...


Ya juntos decidieron que subirían a hablar con Annika para ver si alguno de sus chicos había cogido el diario de la doktora, pero justo cuando estaban a punto de llamar a su puerta un enano subía las escaleras, este iba pegado a la pared, utilizándola de apoyo, aunque no le sirvió de mucho cuando Leopold intento hablar con él, el enano reaccionó asustándose, lo que provoco que cayera rodando escaleras abajo, cuando bajaron a socorrerle este ya estaba inconsciente, su cuerpo estaba empapado en sudor y su frente ardía por la fiebre, al igual que la doktora también presentaba varias incisiones en el cuello, de las cuales Ogmund pudo deducir que si eran mordiscos no eran de alguien del tamaño de un niño, y para su horror también pudo ver dos incisiones en el cuello de Ramkir, desde cuando las tenía era difícil saberlo, parecían recientes, entre varios subieron el cuerpo del enano al mismo cuarto donde estaba la doktora,  el hombre mayor que estaba cuidándola les informo que el enano se llamaba Sreluc y que se hospedaba en la cuarta planta junto a su hermano Srulem.

Tras dejar al enano pudieron hablar con Annika, esta aunque reacia accedió a hablar con sus chiquillos para ver si alguno había cogido por accidente el diaria de la doktora, y así había sido, el pequeño Trinidad que solo contaba con cinco años había cogido el diario, los dibujos que en el había le habían llamado la atención, con una sonrisa traviesa le entrego el diario a Ramkir, el diario estaba escrito en Tileano, por suerte Leopold conocía esa lengua y mientras se encaminaban a hablar con el enano para comunicarle que su hermano estaba enfermo pudo ir leyendo las ultimas paginas, en ellas la doktora llegaba a la conclusión que la enfermedad provenía de este edificio, y quien la estaba propagando era un vampiro, el cual podría estar en el sótano, mientras Leopold leía todo esto, el resto llamo a la puerta del enano, pero este sin ni siquiera abrir la puerta les grito que se marcharan de allí, que no le engañarían para salir, y que si intentaban entrar les mataría a todos, todo esto mientras se oían ruidos de estar apuntalando la puerta con algo pesado.



Sin darle importancia al enano se centraron en lo que Leopold acababa de averiguar, pero antes de bajar al sótano decidieron hacer una visita al elfo que vivía en el ático, su puerta y cerradura se veían claramente de mejor calidad, pero el elfo que allí vivía les dejo unos segundos aturdidos, Eluharath ``Cresta de Luna´´ era el primer elfo que veían con aspecto de viejo, su cabellos blancos y lacios, su piel blancuzca y acartonada, junto a unos labios muy finos y unos ojos grises apagados,  sus ropas también resultaban un tanto extravagantes, propias de las lejanas tierras de Catai, pero pese a su apariencia su voz aunque débil aun conservaba la arrogancia de los grandes nobles de su raza, pero ese porte gallardo poco le duro, en cuanto le dijeron que había un vampiro en el edificio les cerro la puerta en sus propias narices, mientras corría varios cerrojos y les amenazaba con usar su magia si intentaban entrar en su casa, y aunque por un momento pensaron en esa opción decidieron dejarlo tranquilo y bajar a investigar el sótano, pero justo cuando pasaban por la puerta del enano Leopold tubo un recuerdo, se vio en un claro en el bosque, de noche, al calor de una fogata, junto a sus compañeros y frente a él la risa de un enano, mientras brindaban con cerveza, ese enano era el mismo que habían dejado en la habitación de la doktora, y detrás de esa puerta, atrincherado estaba su hermano.

Intentaron que con buenas palabras el enano abriera la puerta, pero este estaba claro que no estaba por la labor, así que Ramkir utilizo sus poderes para hacer que la puerta de madera se convirtiera en ceniza, una vez dentro no les resulto difícil convencer al enano para que no hiciera tonterías y les contara lo ocurrido estos últimos días, por lo visto habían sido contratados por alguien que se hacía llamar El Señor de la tumba, un ser encapuchado que olía a muerte, él les había dado un liquido para dejarlos inconscientes hasta traerlos aquí, donde les pagarían una buena bolsa de coronas de oro, pero al estar encerrados sin poder salir se les había acabado ese liquido, dando paso a que se despertaran antes de tiempo, otro tema era donde estaban sus pertenencias, estaban escondidas en una carreta fuera del edificio.


De momento dejaron al enano y bajaron decididos al sótano, aquello parecía un laberinto, lleno de trastos antiguos, inservibles la gran mayoría, pero poco a poco fueron avanzando entre aquellos trastos hasta que por fin llegaron hasta donde acababa el sótano, allí pudieron ver varias sabanas viejas y manchas de un rojo oscuro, tiradas en el suelo a modo de cama, a su lado una mujer de espaldas a ellos estaba quieta delante de un espejo bruñido donde en un principio parecía que se reflejaba su imagen, aunque segundos más tarde pudieron ver que no era su reflejo lo que se veía, si no lo que parecía ser su hermana gemela, las dos mujeres eran prácticamente iguales, con claridad pudieron ver unos dientes afilados, lo que sucedió a continuación apenas duro nos segundos, Erwin, Ogmund y Leopold se abalanzaron sobre una de las mujeres mientras Ramkir intentaba utilizar su magia, entre los tres acabaron con la mujer mientras la otra intentaba influenciar a Ramkir  sin tener éxito, lo cual dio paso a que el resto del grupo acabara con ella.

Parecía que el problema de la epidemia ya estaba resuelto, que hacían esas dos neonatas de vampira en el sótano, quien las había convertido, eran preguntas que de momento no sabían las respuestas, y tampoco disponían del tiempo para indagar en ello, con todo lo ocurrido estas ultimas semanas habían perdido un tiempo valiosísimo, por suerte tanto Ramkir como la doktora Alexandra pudieron recuperarse y no sucumbir ante la enfermedad, que secuelas les podrían quedar en un futuro era algo incierto, la doktora pudo hablar con la guardia y con las pruebas que tenían al cabo de unos días sin que se dieran nuevos casos se levanto la cuarentena del edificio, como les había dicho el enano sus pertenencias estaban escondidas debajo de la leña que llevaban en el carromato, una vez bien pertrechados se prepararon a partir hacia Kemperbad, pero antes de irse decidieron hacer una ultima visita a Eluharath, este apenas pudo contener su legua y las palabras que se le pasaban por la cabeza ante los modales de ese grupo de miserables humanos, pero le daba mucho valor a su vida por lo que se mordió la legua mientras se le acusaba de tener algún trato con aquellas vampiresas o algo peor, por suerte la cosa no fue a mayores y Eluharath cerro la puerta de su vivienda con cierto aire altivo.


martes, 20 de septiembre de 2022

EL ENEMIGO INTERIOR. EL IMPERIO EN LLAMAS. Sesión 35

La ventana de su lujoso cuarto daba al patio interior del palacio, desde allí pudo ver como sus antiguos compañeros recogían sus caballos y emprendían camino hacia el sur del Imperio, no dejaba de repetirse que lo que tenían por delante era una empresa abocada al fracaso desde el principio, nadie había dado con lo que pretendían encontrar..., con un suspiro de alivio se aparto de la ventana para volver al calor de su cama, dos jóvenes hermosas le estaban esperando para continuar con lo que estaban haciendo hacía un momento, pero sus pensamientos no dejaron de dar vueltas al viaje que acababan de emprender y lo mucho que les iba a echar en falta...




Todo estaba a oscuras, los ojos de Erwin se habían abierto poco a poco, su cabeza no paraba de darle vueltas, como si se hubiera bebido un barril de ron, su lengua estaba hinchada y pastosa de no haber bebido nada durante bastante tiempo, sus muñecas y tobillos estaban atados fuertemente con una cuerda, apenas sentía su cuerpo, cualquier intento de moverse le causaba un dolor indescriptible, pero poco a poco empezó a salir de aquel estado tan lastimoso y empezó a ser consciente del entorno que le rodeaba, y arrastrándose lastimosamente se fue dirigiendo hasta lo que parecía el ruido de varias respiraciones, por suerte su cuerpo choco contra el de Ramkir, este estaba empezando a despertarse en las mismas condiciones que el de Erwin, con paciencia por fin entre los dos consiguieron desatarse las cuerdas que les sujetaban las muñecas, desembarazarse del resto de sujeciones ya resulto más fácil, una vez libres consiguieron despertar y soltar a Ogmund y a Leopold.
La habitación donde se encontraban estaba en la más absoluta oscuridad, solo rota por la débil luz que entraba por el marco de una puerta en una de las paredes, otra puerta en la pared contraría daba a un dormitorio desde el que pudieron asomarse al exterior, se encontraban en un edificio a mitad de altura, en la calle claramente se podía ver como la guardia de la ciudad había acordonado el edificio, armados con ballestas y arcos para cuidar que nadie saliera de él, por la zona también se podían ver sacerdotisas de Shallya, vestidas completamente de blanco y tapando sus caras con unas mascaras para evitar posibles contagios,   -claramente se encontraban en una gran ciudad, pero en cual?, Ogmund sabía con certeza donde estaban, una fortaleza negra sobresalía  sobre la ciudad, esta era la Fortaleza de la Roca Negra, su nombre era debido al color de las piedras que se habían usado para su construcción, se encontraban en Ubersreik, pero que hacían aquí y como habían llegado era todo un misterio, sus últimos recuerdos eran de haber abandonado Middenheim y haber cogido el camino hacía Altdorf, después todo se volvía oscuridad. 


Con paso inseguro y tambaleante a causa de tantos días inconscientes se dirigieron hacia la puerta de donde se veía luz, amortiguados se podían escuchar ruidos que provenían de más abajo, parecía gente hablando, acompañado de golpes contra algo, con cautela salieron fuera del apartamento donde se habían despertado, vestidos solamente con su ropa interior, ante ellos tenían un rellano con una puerta al otro lado que comprobaron que estaba cerrada, y unas escaleras que subían y bajaban, subieron al siguiente piso donde también en el rellano había una puerta a cada lado, en una de ellas parecía que había un orfanato dirigido por una tal Annika Passerine, siguieron subiendo al siguiente piso pero las dos puertas también se encontraban cerradas, por lo que decidieron bajar hasta el piso donde se habían despertado en vez de seguir subiendo, Ramkir con su magia se encargo de reducir a cenizas la puerta que no habían podido abrir, esta daba a un apartamento parecido a donde había estado ellos, pero en él pudieron comer y beber algo, también pudieron vestirse con algo de ropa en no muy buen estado, pero mejor eso que nada, incluso armarse con algún cuchillo, lo que no pudieron fue encontrar calzado para sus desnudos pies, mientras estaban registrando el apartamento un niño pequeño los observaba desde las escaleras, pero en cuanto se cruzaron sus miradas este salió corriendo al piso de arriba, al poco este bajo junto a Annika, una mujer de anchas espaldas y de unos brazos que advertían que llevarle la contraria no era buena idea, tras unas duras y frías palabras Annika les llevo/acompaño hasta la planta baja del edificio para hablar con el casero Gino.





En la planta baja se encontraban los inquilinos de los distintos apartamentos del edificio, y entre ellos sobresalía un ogro medio encorvado y ya de cierta edad, el era Gino, el casero, como bien pudieron averiguar de pocas luces, fue Leopold el que le intento hacer ver que les habían dejado en uno de los pisos aunque no estaba seguro si lo había entendido bien, por lo menos pudo hacerle entender que le pagarían sus cinco monedas más adelante, mientras Ramkir se encargo de bajar al sótano del edificio, pero con la luz de una simple vela y mientras chapoteaba en el lodazal en el que se había convertido el suelo  solo pudo ver el caos que allí reinaba, lleno de cajas envejecidas y distintos objetos oxidados, apenas uno podía moverse entre ellos, quedaba claro que allí no estaban las pertenencias de sus compañeros, al mismo tiempo Erwin y Ogmund subieron al primer piso a ver a la Doktora Alexandra Gilani, ella había venido para investigar la enfermedad que se había propagado por la zona, la Podredumbre Sanguínea, pero para su desgracia la enfermedad la había alcanzado dejándola postrada inconsciente en la cama con unas fiebres altísimas, pero antes de caer en la inconciencia había ordenado a la guardia poner el edificio en cuarentena ante la sospecha de que el epicentro de la enfermedad se encontraba en aquel lugar, Erwin intento hablarle entre susurros en su oído, lo cual provoco que saliera durante unos segundos de su inconciencia, en su delirio creyó escuchar ``mi diario´´,  también pudo apreciar el color morado de su cuello, y seis incisiones provocadas por algo punzante, según Ogmund si juntaba las incisiones de dos en dos podían tratarse quizás de tres mordeduras, en la habitación también se encontraban las pertenencias de la Doktora, pero entre ellas no se encontraba el diario de esta, según su cuidador, un hombre de avanzada edad que se encargaba de mantener limpio el edificio, nadie había trasteado en las pertenencias de la Doktora, los únicos que habían estado en la habitación ayudándole eran los chiquillos de Annika, sobre todo el pequeño Trinidad, sin mucho más que hacer allí volvieron a bajar al la planta baja del edificio donde se reunieron con Leopold y Ramkir...

miércoles, 19 de enero de 2022

EL ENEMIGO INTERIOR. EL IMPERIO EN LLAMAS. Sesión 34

Desde donde estaba se podía ver toda la ciudad de Altdorf , y desde allí mismo había visto como el Graf junto a su comitiva abandonaba el Palacio y poco después la ciudad, su mirada no se había apartado en ningún momento de un grupo de gente que iba en esa comitiva, pero dentro de ese grupo sobre todo en dos personas, uno, un gran experto en las armas quizás destinado a grandes gestas, el otro, alguien en el que Sigmar había puesto todas sus bendiciones, y quizás todas sus esperanzas..., la comitiva fue alejándose poco a poco hasta que por fin se perdieron de su vista, sus ojos aun siguieron mirando durante un tiempo hacia el lugar donde habían desaparecido, unos ojos completamente inexpresivos, hasta que de repente como saliendo de un sueño se giro con brusquedad, dirigiendo sus pasos al interior del Palacio, aun había muchas cosas por hacer...


Poco a poco el día fue pasando dando paso a una noche tranquila en la ciudad de Altdorf, el grupo de aventureros se dirigió puntual a su cita en la casa de Middenheim, allí como la anterior vez fueron recibidos por el propio Heinrich Todbringer, aunque esta vez también les acompaño durante la velada el Canciller de Altdorf, el Conde Siegfried von Walfen, durante la cena hablaron de temas banales, interesándose sobre todo en las vidas que llevaban antes de todo lo acontecido en los dos últimos años, la cena fue transcurriendo entre deliciosos manjares y alguna que otra risa, aunque entre los dos nobles se notaba cierto nerviosismo, por sus palabras una tercera persona debería estar también en esa reunión, y aunque el Canciller no dudaba en que acudiría a su cita el nerviosismo era más que patente, después de cenar se retiraron a una pequeña sala donde se quedaron a solas, los sirvientes fueron despachados de allí y el propio Heinrich se encargo de servir una copa de licor o vino a cada uno de los allí presentes, una de las silla seguía vacía, y mientras su ocupante llegaba Heinrich les puso al corriente de lo ocurrido durante los dos últimos días, por un lado el Emperador, la Condesa Emmanuelle  y el Graf habían acordado reunirse en un pabellón de caza a unas 5 millas al noroeste de la ciudad de Schoppendorf, en Middenland, allí esperaban reunirse con el Príncipe Hals von Tasseninck de Ostland y el Gran Duque Gustav von Krieglitz de Talabecland, a ambos les serían entregadas sendas cartas para acudir a dicha reunión, con la esperanza de poder llegar a firmar acuerdos para parar esta guerra que estaba dividiendo al Imperio, por otro lado el Graf Boris Todbringer había sido informado de una desgraciada noticia, Ar-Ulric había muerto, había sido asesinado por alguien que se hacía pasar por un seguidor de Sigmar, el cual fue reducido antes de que se quitara la vida, tras un duro interrogatorio su fortaleza flaqueo dejando a la luz todo lo ocurrido, el artificie de todo aquello era el primo del Graf, Helmut Todbringer, el cual siempre se había mostrado cercano a sus hermanos ulricanos en su lucha contra los sigmaritas, este en cuanto supo de que su hombre había sido capturado abandono Middenheim junto a sus más leales hombres, cuando los Caballeros Pantera acudieron a su mansión en la ciudad la encontraron vacía, al igual que en su casa de campo, donde solo encontraron a su esposa junto a sus dos hijas y los criados encargados de servirlas, también Heinrich Todbringer se intereso en los motivos que hacían que Íñigo hubiera acompañado al grupo una vez que volvieron de Kiev, algo a lo que no estaba obligado ni pagado, y aunque no termino del todo convencido por sus palabras dejo correr el tema una vez el resto de compañeros le prestaron su apoyo y confianza, mientras intentaban asimilar la perdida que suponía la muerte de Ar-Ulric la persona que estaban esperando entro por las dobles puertas que daba a aquella cogedora sala, el hombre que entro por ellas era un hombre entrado en años, con su cabeza completamente rasurada, vestido con unos hábitos sencillos, alguien bien conocido por varios de ellos, el hombre que habían estado esperando era el Padre Beoca, su mirada siempre serena se mostraba nerviosa, el Canciller lo miraba fijamente mientras le preguntaba si lo había podido conseguir, el padre tras unos segundos de suspense asintió con la cabeza mientras se bebía de un trago la copa de vino que Heinrich le había proporcionado, tras aclararse la garganta explico que apenas había tenido tiempo de copiar lo que había visto en la cámara personal del Gran Teogonista antes de que este llegara, apenas había podido estar solo unos segundos, pero le había bastado para cumplir con su cometido, rebuscando en uno de sus bolsillos saco un trozo de papel con anotaciones suyas, lo dejo sobre la mesa retirándose un par de pasos, el Canciller extendió un mapa del sureste del Imperio mientras al igual que Heinrich lo miraban expectantes, que significaba todo aquello, los allí presentes se miraron sin saber que estaba pasando, hasta que por fin el Canciller tomo la palabra, si los planes del Emperador y el Graf fracasaban necesitaban un plan para volver a unir al Imperio, algo que los volviera a juntar como ya ocurrió en el pasado, en tiempos desesperados, ideas desesperadas, querían que encontraran el Ghal-maraz, el legendario martillo de Sigmar.



Durante unos segundos el silencio reino en aquella habitación, hasta que el padre Beoca conto la historia de los últimos días de Sigmar en el Viejo Mundo, y como el último lugar por el que camino en la tierra fueron las Montañas Negras, un lugar de nombre Karak-Kadal, según las leyendas en algún lugar del paso del Fuego Negro en las Montañas Negras debía de haber alguna señal que indicara el camino que siguió Sigmar, pero nadie había dado con esa señal, solo un elegido en tiempo de gran necesidad  la encontraría.

Lo que estaban a punto de acometer solo lo sabían los que allí estaban presentes, el silencio y el sigilo eran fundamentales, a fin de cuentas muchos buenos sigmaritas y ulricanos considerarían una herejía lo que estaban a punto de hacer, para asegurarse que nadie estuviera observándolos partirían pasado mañana junto a la comitiva del Graf hacía Middenheim, allí Erwin seria nombrado Caballero del Circulo Interior de los Caballeros Pantera y con la excusa de su viaje hacía el este saldrían de la ciudad para dirigirse a su verdadero destino, tras terminar de aclarar pequeños flecos brindaron por volverse a ver pronto, con un Imperio de nuevo unificado, tras aquello volvieron a sus aposentos en Palacio, el día siguiente prepararon sus escasas pertenencias y Ramkir aprovecho para a través del Campeón del Emperador hacerle llegar a este una carta escrita de su puño y letra, en ella se defendía de las acusaciones que se habían realizado contra él por los sucesos acontecidos durante la noche del incendio de la ciudad, a la vez que le hacia participe de sus sospechas sobre los intereses que podría tener el Hechicero Sigfrido, al día siguiente abandonaron Altdorf sin ningún contratiempo, tras varios días de camino llegaron hasta Middenheim donde el Graf fue recibido con gran alegría por su gente, desde su llegada a la ciudad Erwin se despidió de sus amigos para en ayunas meditar en la capilla de los Caballeros Pantera mientras velaba sus armas , debería permanecer todo el día en ella hasta ultima hora de la tarde cuando volvería a jurar sus votos, mientras eso ocurría Leopold fue llamado ante la presencia del Graf, este había escuchado de su hijo que era un joven leal y muy prometedor, por lo que queria que acompañado de diez Caballeros Pantera acudiera a la hacienda que pertenecía a su primo y trajera a la mujer e hijas de este, junto a los criados que servían en la casa, su primo Helmut Todbringer estaba desaparecido, aunque no dudaba que tarde o temprano seria capturado y juzgado, pero de momento su familia tendría que pagar por lo ocurrido, el pueblo tenía que ver lo que ocurría cuando intentaban traicionar a su Graf, pero eso ocurriría cuando estuvieran en Middenheim, mientras tanto deberían ser tratadas acorde a su título de Condesa, con aquella misión Leopold dirigió una pequeña fuerza de diez Caballeros Pantera junto a sus amigos, Ogmund, Íñigo y Ramkir, antes de una hora habían recorrido la distancia que distaba la ciudad de la hacienda de Helmut Todbringer, cuando llegaron a ella Leopold dispuso a sus hombres alrededor de la casa para tenerla controlada, un Ayudante de Cámara les recibió, tras escuchar las ordenes que Leopold traía del Graf asintió educadamente mientras informaba que comunicaría a su señora sus ordenes, Leopold para evitar cualquier imprevisto acompaño al Ayudante de Cámara hasta los aposentos de la Señora, mientras en el exterior Ramkir observaba que de la casa no saliera ninguna paloma que pudiera enviar algún mensaje, a la vez que Íñigo y Ogmund vigilaban inquietos los cercanos bosques, esperando que quizás Helmut Todbringer apareciera por ellos junto a su pequeña tropa de hombres, pero nada de aquello sucedió, lo que ocurrió fue que al cabo de unos diez minutos por la puerta parecieron una mujer de unos cuarenta y picos años acompañada de sus dos jóvenes hijas, todas ellas vestían conforme a su rango social, las tres lucían una piel aterciopelada y blanquecina propia de la nobleza, sus cabellos dorados como el sol que bañaba la escena refulgían junto a unos ojos de un azul claro, las dos hijas lucían una belleza que hacía difícil apartar la vista de ellas y mucho más de olvidar, la madre no conservaba la juventud de ellas pero aun así conservaba gran parte de esa belleza, con dignidad subieron al carruaje que se había dispuesto para ellas mientras las dos jóvenes echaban miradas disimuladas a Leopold, el cual claramente tenía la cara descompuesta, cualquiera diría que había visto un fantasma, y aunque sus compañeros intentaron averiguar que pasaba Leopold no quiso decir nada, según sus propias palabras no era el momento, ya más adelante les diría algo, lo cual aun los dejo más intranquilos.


Que paso durante esos diez minutos?, esa misma noche por fin Leopold conto lo allí ocurrido, siguió al Ayudante de Cámara hasta la habitación de la señora de la casa, una vez en la puerta pudo escuchar la voz de la mujer diciendo que en cuanto estuvieran preparadas saldrían, pero desconfiando que pudieran estar tramando algo entro en la habitación detrás del Ayudante de Cámara, en su interior se encontró con dos jóvenes de una belleza sin parangón, pero pronto su mirada se volvió hacia la voz que le estaba hablando, la voz suave de una mujer de mediana edad, de largos cabellos dorados y profundos ojos azules, pero aquello no fue lo que le dejo sin palabras petrificado en el quicio de la puerta, solo siendo capaz de tartamudear dos palabras, -mama, en ese momento el silencio invadió aquella habitación, las dos jóvenes que se hacían llamar Carla y Reinhilde, no paraban de mirar a su madre para luego posarla en Leopold, hasta que Irma rompió el silencio, -Leopold..., eres tu, hijo mío?, de repente fue como si el mundo volviera a moverse, madre e hijo caminaron hasta fundirse en un abrazo que llevaban años esperando, cualquier rencor desapareció envuelto en grandes lagrimas de un sabor agridulce, lo que tanto tiempo había añorado encontrar lo iba a perder en apenas unas horas, en apenas unos segundos seguramente en la cabeza de Leopold pasaron cientos de ideas, pero Irma viendo su cara de sufrimiento cogiéndolo suavemente de la mano le dijo que debían acudir a la llamada del Graf, que no se preocupara, sus destinos estaban escritos y pasaría lo que tendría que pasar, tras aquellas palabras Leopold les dijo a las tres mujeres que no mostraran sus sentimientos cuando salieran fuera de la mansión, de momento era mejor que nadie supiera nada, y de esa forma partieron de la hacienda de Helmut Todbringer hasta Middenheim, donde fueron separadas de Leopold.

Mientras tanto en Middenheim por fin llego la hora de que Erwin volviera a jurar los votos de los Caballeros Pantera, en la ceremonia estaban presentes los máximos dirigentes del Circulo Interior así como el Graf, y como no también sus amigos de andanzas, Erwin fue jurando los votos que el Gran Maestre le iba diciendo mientras le iba vistiendo con su nueva armadura, hasta que por fin le coloco sus espuelas y el propio Graf le entregaba la espada, una vez concluida la ceremonia se dirigieron hasta la parte trasera de las caballerizas de los Caballeros Pantera, allí aun le espera otra sorpresa, fue llevado ante un Grifo, el cual si lo aceptaba seria su montura, el Grifo desafiante camino a su alrededor observándolo, hasta que parándose delante de él agacho su cabeza y cuartos delanteros en señal de reverencia, dejándose acariciar por su nuevo jinete, aunque aun tendría que pasar tiempo hasta que pudiera acostumbrarse a montar tan magnifica montura, mientras todo esto ocurría Leopold no podía dejar de mirar de reojo al Graf, hasta que este le hizo un gesto para que se acercara,  horas antes le había rogado, implorado de rodillas que pensara su decisión sobre la familia de su primo Helmut Todbringer, contándole su parentesco con las tres mujeres, el Graf se había mostrado implacable en su decisión, reacio a dar un paso atrás,, pero ante la insistencia de Leopold le había dicho que ya le comunicaría su decisión, con paso tembloroso se acerco hasta el Graf, este le comunico que de momento las tres mujeres no sufrirían el castigo que les estaba destinado, pero como su hijo le había dicho que debían partir en una misión peligrosa de momento se quedarían bajo su protección en el Palacio, hasta que Leopold volviera y se hiciera cargo de ellas. Si no, quien sabe si no sufrirían el destino que les estaba dispuesto, con las buenas nuevas Leopold pudo respirar tranquilo, deseando ver  cuanto antes a su madre y hermanas, solo tenia esa noche y el día de mañana para estar juntos antes de partir, y tenia mucho que hablar con ellas....

Mientras el resto del grupo paso la noche entre jarra y jarra de cerveza celebrando el nuevo titulo de Erwin y descansando durante el siguiente día, antes de partir hacia lo desconocido...