domingo, 25 de julio de 2021

EL ENEMIGO INTERIOR. EL IMPERIO EN LLAMAS. Sesión 19

Aun no había asomado el primer rayo de luz de la mañana cuando un fuerte golpe rompió el silencio de la noche, la puerta salió despedida hasta golpear contra la pared, varios hombres armados entraron a la carrera en la casa, Fokker y sus amigos apenas pudieron defenderse y oponer resistencia..., con las primeras luces los cuatro culpables eran sacados de aquella casa y subidos a un carromato, la gente se arremolinaba en la calle viendo lo que estaba ocurriendo mientras la noticia de lo ocurrido empezaba a correr como la pólvora por toda la ciudad...


Delante de ellos tenían la taberna de la Rana Saltarina, en su interior había una mezcla de los habitantes de la zona, la mayoría miraban con curiosidad a los forasteros que acababan de entrar, aunque pronto siguieron con sus propios corrillos, en ellos se rumoreaba de que en el norte las fuerzas de Middenland se estaban empezando a juntar para avanzar sobre Altdorf, pero de momento todo aquello eran habladurías, aunque el nerviosismo era patente, lo que si era cierto es que se había nombrado al nuevo Teogonista en funciones, el Archilector Kaslain de Nuln, un hombre más de acción que el difunto Yorri XV, mientras Íñigo permanecía controlando la salida trasera el resto se dividieron en dos grupos para pasar más desapercibidos,  por allí nadie comentaba nada de Mayer Gauss, aunque por los comentarios que hacía  el tabernero, este no tenía mucho aprecio hacía los ulricanos, Ogmund haciéndose pasar por un radical sigmarita intento hacer buenas migas con el tabernero, pero en cuanto le pregunto por Gauss este se puso claramente nervioso y utilizo cualquier excusa para alejarse de Ogmund, pero mientras se alejaba Ogmund pudo ver como miraba un par de veces hacía una trampilla que estaba detrás de la barra y que debía de dar a un sótano, tras permanecer un rato más en la taberna salieron a la calle, allí permanecieron medio escondidos hasta que se hizo de noche, los clientes ya se habían marchado y cerca de medianoche las luces del primer piso se apagaron, era el momento de entrar a hurtadillas, no sin antes Ramkir y Leopold  esquivar una patrulla que casi los descubre, Ogmund forzó la cerradura de la puerta trasera que daba a la cocina, desde allí con mucho cuidado fueron avanzando hasta llegar a la trampilla que daba acceso al sótano, una tenue luz venía del interior, Leopold se aposto cerca de la escalera que subía al primer piso por si el tabernero bajaba, mientras Erwin seguido de Ogmund bajaban al sótano, fueron tan agiles que quien allí estaba se entero de su presencia cuando ya los tenía sobre él, les resulto fácil reducirlo y amordazarlo para después de un golpe en la cabeza dejarlo inconsciente, con el mismo cuidado que al entrar deshicieron el camino saliendo a la calle, de allí hasta casa a Íñigo le resulto sencillo guiarlos, esquivando las patrullas de guardias que aun les buscaban, ya en casa llevaron a aquel hombre al sótano, también habían dejado una carta sellada, era del padre Beoca, en ella les informaba que a ultima hora de la tarde alguien había informado a un sacerdote de la presencia de cuatro hombres escondidos en una casa en el Süderich, los cuales hablaban de huir de la ciudad antes de que la guardia diera con ellos por lo de la explosión en la Catedral, mañana a primera hora varios Templarios del Corazón Ardiente asaltarían la casa.

Con un cubo de agua despertaron al hombre que habían traído de la taberna, atado y con los ojos vendados empezó a despotricar sobre quienes eran o que querían, Erwin le secciono un dedo del pie para que entendiera en la situación en que se encontraba, aquello calmo un poco los ánimos, efectivamente tenían ante ellos a Mayer Gauss, fue contestando a sus preguntas, él ya conocía a Fokker de mucho antes, eran como dos almas gemelas, lo mismo paso con el hermano Karl, el trajo las noticias de como se estaban tratando a los sigmaritas en el norte, enseguida el hermano Karl y Fokker se entendieron, dando a luz el plan de volar la Catedral de Sigmar para que aquello abriera los ojos sobre los demonios ulricanos, el ingeniero enano Batrek asistía con asiduidad a sus mítines y el hermano Karl consiguió unirlo a la causa, al igual que un descarriado que frecuentaba la calle de las cien tabernas que se hacía llamar Udo, él cual junto a dos amigos se encargarían de llevar la pólvora hasta la Catedral para luego hacerla explotar, según Karl se habían unido a la causa deseosos de servir de mártires, aunque por si acaso Karl se encargo de manipular la mecha para que esta se consumiera antes, la noche antes de la explosión Fokker le visito para despedirse de él, al día siguiente debía de partir hacía Nuln, donde sus superiores le reclamaban,  pero el hermano Karl le visito después de la explosión diciéndole que todo había salido según el plan y que Fokker se había escondido en la ciudad junto a tres amigos, que el hiciera lo mismo hasta que todo se calmara, desconocía que había sido del hermano Karl durante estos días ni donde se podía encontrar, poco más podían sacarle por lo que tras sopesar las alternativas que tenían decidieron acabar con él de un fuerte golpe en la cabeza, su cuerpo acabo arrojado a lo profundo del Reik, lo poco que quedaba de noche intentaron descansar para a primera hora de la mañana ir al templo de Morr para hablar con la Indagatrix Inga.

Esta les atendió con preocupación, escuchando con atención todo lo ocurrido en las ultimas horas, compartiendo las mismas preocupaciones que tenían con respecto al hermano Karl, también les informo que había tramitado su entrevista con el Lector de la corte Metternich, ahora solo era cuestión de esperar su respuesta, de allí marcharon hacía la dirección que les había dado el padre Beoca, cuando llegaron la gente aun hablaba de como habían llegado los Templarios del Corazón Ardiente, asaltando la casa, restos de sangre aun se veían por el suelo, por lo visto habían cogido a los que habían causado la explosión de la Catedral, tres jóvenes burgueses junto a un sacerdote, en la puerta de la casa no había guardias, pero Leopold pudo percatarse que un hombre con porte de ser alguien distro en armas estaba vigilando la casa y a ellos también, no queriendo forzar la situación decidieron abandonar la escena, caminando hacia la Catedral de Sigmar para encontrase con Ogmund, el cual había marchado a hablar con el padre Beoca, lo encontró justo cuando abandonaba el hostal del Peregrino, al parecer habían capturado a Fokker y tres posibles compinches suyos, acompañándolo a la Catedral pudieron hablar con el joven sacerdote que había traído la noticia de donde se escondía Fokker, a ultima hora de la tarde del día anterior un pobre hombre le asalto al cruzar una calle, hablaba muy rápido y nervioso, había escuchado a unos hombres hablando sobre salir de la ciudad antes de que dieran con ellos, que habían sido los causantes de la explosión de la Catedral, el pobre hombre estaba muy nervioso y deseoso de servir a Sigmar, e igual que apareció se marcho, su cuerpo estaba tapado con harapos y su cara mostraba los rigores del que no tiene nada y sobrevive en la calle, demacrada y con ojos saltones y enrojecidos, su cabeza rasurada seguramente para mantenerla alejada de piojos y demás bichos, tras hablar con aquel joven sacerdote y despedirse de Beoca, Ogmud se volvió a juntar con el resto del grupo, cansados por lo ocurrido la noche anterior decidieron regresar a casa para descansar hasta después de mediodía, pero el pequeño sueño fue interrumpido antes de lo esperado, despertaron con el ruido que venía de la calle, gritos, golpes, chillidos de gente resonaban por las calles de donde vivían..., y al igual que el resto, Ogmund fue despertado por esos mismos ruidos, aunque su descanso no fue tan placentero...

sábado, 24 de julio de 2021

EL ENEMIGO INTERIOR. EL IMPERIO EN LLAMAS. Sesión 18

Sus día habían llegado a su fin, lo habían engañado, como podía haber sido tan ciego, aquel hombre, el hermano Karl le había utilizado para sus propósitos, la pólvora no era para la lucha de sus hermanos de Talabecland como bien le había prometido, sus puños se crisparon de rabia mientras recordaba esas palabras, apenas se sentía los dedos, pronto no sentiría nada tumbado en aquel colchón, en aquella tétrica habitación, pronto dejaría de respirar en una larga agonía antes de poder por fin descansar


Después de comer se dirigieron a la calle de las cien tabernas, allí no les costo mucho encontrar la taberna de los Senos de Myrmidia, su dueña, una joven de buen ver hacía honor a tal titulo, en su interior había toda clase de gente disfrutando de distintos brebajes y otras sustancias no del todo legales, entre sus ocupantes les llamo la atención un hombre demacrado que deambulaba por las mesas intercambiando algo a cambio de dinero, tras estar observándolo durante un buen rato salieron detrás de él cuando abandono la taberna, Erwin y Ramkir lo siguieron a una distancia prudencial, mientras que Ogmund y Leopold caminaban por delante de él, cuando este abandono la calle principal y se interno por el laberinto de calles que se alejaban de la calle de las cien tabernas, Ogmund y Leopold se apostaron en una esquina preparados para sorprenderle cuando llegara hasta ellos, y así fue, Ogmund se abalanzo sobre él sujetándolo con firmeza, mientras Leopold le golpeaba con la parte plana de su arma para dejarlo aturdido, pero quizás por mala suerte o por algún otra oscura intención  Leopold tras varios intentos no consiguió su propósito, Ogmund hastiado ante lo que estaba ocurriendo soltó a aquel hombre para coger su martillo y descargar su furia contenida, pero otra vez Leopold se interpuso en su camino, haciéndole tropezar y dejando caer su martillo al suelo, aquello fue suficiente para que aquel hombre corriera mientras no paraba de gritar pidiendo auxilio, en apenas unos segundos Erwin y Leopold corrían detrás de él intentando darle alcance, mientras Ramkir utilizando su magia se desplazo con rapidez al otro lado de la calle para interceptarlo, aunque no fue necesario, Erwin lo alcanzo antes reduciéndolo mientras Leopold sin pensárselo dos veces le hizo un buen corte con su espada dejándolo al borde de la muerte, alrededor varias ventanas se mantenían entreabiertas observando la escena, con rapidez el grupo recogió el cuerpo inerte y se marcharon de allí mientras Íñigo mas rezagado entretenía a quien se acercaba a ver que pasaba, se encaminaron hacia una zona tranquila del puerto, allí Ogmund consiguió curar la herida que Leopold le había causado a aquel hombre, tras recobrar la conciencia y con los ojos tapado fue contestando a sus preguntas, él no era Otto, Otto Bebel había muerto hacía varios días, se encontró su cuerpo en su casa, por lo visto el muy estúpido murió probando su propia droga, la droga en esta parte de la ciudad la proporcionaba Vesper Klasst y nadie en su sano juicio vendería otra que no fuera la de Vesper, tras ver que poco más podrían sacar Ogmund acabo con su vida de un fuerte golpe en la cabeza, después lo tiraron la río con algo de peso atado a su cuerpo para que tardara en salir a flote.



La tarde ya estaba bastante avanzada, mientras regresaban a su casa, Íñigo les informo que había detectado a un par de individuos que les estaban observando cuando estuvieron por la calle de las cien tabernas, pero cuando intento acercarse a ellos los perdió, mientras Erwin y Ogmund se dirigieron al templo para intentar hablar con el padre Beoca, este no estaba allí pero les informaron que se encontraba en la pensión del Peregrino, a unas calles de allí, les fue fácil encontrarla, y tras identificarse fueron recibidos por el padre Beoca, este se alegro de volver a verlos, un fuerte abrazo daba de fe de ello, hablaron del pasado, de Nikkit y del presente, mañana se proclamaría un nuevo gran Teogonista, aunque seria solo hasta que acabara la guerra, seguramente seria el Archilector Kaslain de Nuln, alguien que no veía con malos ojos actuar mas drásticamente ante los ulricanos, para nada le sonaba un tal hermano Karl, aunque intentaría averiguar cosas, en cuanto al sacerdote Gustav Fokker, los Templarios del Corazón Ardiente estaban buscándolo por toda la ciudad como máximo responsable de la explosión, las noticias que tenía es que estaban cerca de poder dar con él, si que les pudo informar de donde se había estado viviendo Fokker, la noche estaba a punto de caer sobre la ciudad por lo que Erwin marcho presto hacia su casa para reunirse con el resto de compañeros, mientras Ogmund se quedo junto a Beoca para rezar con él durante la noche y de esa forma acompañar el alma de Yorri en su viaje a Sigmar y para fortalecer sus creencias y renovar sus votos con Sigmar.

A primera hora de la mañana Ogmund se reunió con el resto del grupo para reunirse con la Sacerdotisa de Morr Inga, le contaron todo lo que habían averiguado y sus sospechas, ella tomo buena nota de todo, por su parte intentaría formalizar una entrevista con una de las dos personas que tenían contacto con el Emperador, el Lector de la Corte Lothar von Metternich, en cuanto supiera algo se los haría saber, también les conto que una de las ultimas personas de fuera de la Corte o consejeros que había visto al Emperador había sido Doktor Fassbinder, ejercía en la Universidad.



Tras abandonar el Templo de Morr se dirigieron a la dirección que les había dado el padre Beoca, como bien les había dicho ya había sido registrada a conciencia, en ella apenas había nada, ni rastro de ropa, solo distintos papeles que atestiguaban lo que ya sospechaban sobre las creencias anti ulricanas y de las creencias de un único Dios de Fokker y su amistad con Mayer Gauss, durante el rato que estuvieron allí Leopold tenía un raro presentimiento, se sentía observado, pero por más que miraba no pudo encontrar nada que lo atestiguara, tras abandonar aquel lugar fueron hacía la Universidad para buscar al alborotador Mayer Gauss, por el camino fue Erwin quien recordó por fin a que le sonaba el apellido de Fassbinder, ese mismo apellido era quien firmaba la carta que encontraron en el cuerpo del cazarecompensa que intento matarlos hace dos años antes de llegar a Bögenhafer, la noche en la que vio como de rápido podía correr un halfling, en esa carta Fassbinder compartía pensamientos con Adolphus Kutsos sobre Kastor Lieberung, el cual intento matar a Erwin confundiéndole con el tal Kastor, tras preguntar por los alrededores de la Universidad pudieron averiguar que Mayer no había sido visto desde el día de la explosión, aunque solía frecuentar el café del Cuervo Volador, hacia allí se dirigieron a comer, Ramkir pudo entablar amistad con uno de sus fieles seguidores, confirmo que hacía varios días que no se le había vuelto a ver, aunque los últimos días aquí en el café había estado hablando con un sacerdote que vestía de rojo con un claro acento de Middenheim, además de con un sacerdote de la ciudad y con un enano que asistía con asiduidad a sus mítines, lo último que había oído es que Mayer estaba escondido cerca de la taberna de la Rana Saltarina, aunque podían ser habladurías, aquel era un lugar alejado de la Universidad, cerca de la Königplatz, les llevo media tarde encontrar la taberna....



sábado, 17 de julio de 2021

EL ENEMIGO INTERIOR. EL IMPERIO EN LLAMAS. Sesión 17

El humo se podía vislumbrar desde cualquier parte de la ciudad, la explosión había resultado impresionante y sus efectos por las noticias que habían llegado eran prometedores, por fin lo habían conseguido, hoy era el primer día de un nuevo y renovado Imperio, lo que parecía un sueño, por Sigmar se había convertido en una realidad, pero ahora debían de salir de la ciudad, viajar hacía Nulm y allí empezar una nueva era de esplendor para Sigmar, con tranquilidad embarcaron en una barcaza que poco a poco se fue dirigiendo hacía la salida del este, ya casi estaban llegando cuando de repente las trompetas empezaron a sonar, el ruido de trompetas iba saltando de un lado a otro como si hablaran entre ellas, una larga cadena empezó a emerger del río levantándose dos metros por encima de él, varías más le siguieron dejando el rio intransitable, las barcazas empezaron a amontonarse cerca de la salida de la ciudad mientras de una de ellas varios hombres se lanzaron al río nadando hacia una de sus orillas...


El día amaneció encapotado,  oscuras nubes cubrían el cielo de Altdorf, a primera hora el grupo se dirigió hacía el sureste de la ciudad, hasta la zona donde los dos estibadores habían dejado el carro en manos de Gustav Fokker, por desgracia allí poco pudieron averiguar, el carro se había internado hacía el oeste de la ciudad, con aquella vaga pista decidieron dejar aquella investigación para más adelante, toda la mañana las campanas del templo de Morr y Sigmar estuvieron sonando en honor al Gran Teogonista, su féretro junto a la gente importante de la ciudad fueron en peregrinaje por la ciudad hasta volver de nuevo a la catedral, donde fue enterrado en sus catacumbas, durante ese peregrinaje el grupo pudo ver al Emperador Karl Franz, en vez de ser un hombre vigoroso de unos treinta y pico años, su aspecto agotado bien podría ser el de un hombre en su ocaso, la gente a su paso hacia el gesto de ahuyentar los malos espíritus, en la procesión Erwin y Leopold vieron como un joven sacerdote sigmarita miraba a Erwin con sorpresa para luego posar su vista en la gente que andaba más atrás de la comitiva, en concreto sobre la persona de Canciller del Imperio Johann Heinz, él y Erwin claramente podrían ser hermanos gemelos, su parecido era más que razonable, encabezando a los sacerdotes que acompañaban al Gran Teogonista iba un viejo conocido de Erwin y Ogmund , el padre Beoca, su cara reflejaba el cansancio de estos últimos días, su mirada hacía el suelo, sumido en sus propios pensamientos mientras rezaba plegarias a Sigmar, pero quiso el destino o el propio Sigmar que cuando la comitiva pasaba cerca del grupo por un momento este levantara la cabeza fijando sus ojos en Ogmund, por unos instantes su cara esbozo un intento de sonrisa, la comitiva siguió su triste camino mientras el padre Beoca volvía una vez más su cabeza en dirección del grupo para luego perderse entre la multitud,  después de aquello decidieron parar a comer, para más tarde dirigirse a investigar en el barrio de los enanos, a través de unas monedas pudieron averiguar con quien debían hablar si querían algo en aquel lugar, el mismo enano les llevo hasta Karstin Largsdottir, una comerciante de gran importancia, esta desconocía que un enano del gremio de ingenieros había sustraído cuatro barriles de pólvora, esta hizo un trato con ellos, a cambio de que la mantuvieran informada de lo que averiguaban les proporcionaría una entrevista con el gremio de ingenieros enanos, antes del ocaso se produciría dicha entrevista.


Como bien les dijo Karstin a ultima hora de la tarde se entrevistaron con el jefe de ingenieros enanos, tanto para entrar como para salir de sus dependencias fueron privados de su vista tapándoles los ojos, en una pequeña habitación se entrevistaron con el jefe de ingenieros enanos Vikram Greathammer, este les confirmo que en efecto cuatro barriles de pólvora fueron sustraídos unos días antes de la explosión, desde el día de la explosión el ingeniero Batrek Steelfist no había sido visto, lo habían buscado en su casa sin ningún resultado, siempre había profesado antipatía ante los ulricanos, había asistido con frecuencia a las locas diatribas del alborotador Mayer Gauss cerca de la Universidad, los últimos días entre sus mas allegados conocidos había dicho que tenia un nuevo amigo, un sacerdote sigmarita de Middenheim, también se conocía que pasaba ratos en la poco respetable taberna de los Senos de Myrmidia, en ella tenia contactos con un traficante de drogas llamado Otto Bebel, con aquella información abandonaron el gremio de ingenieros para con la compañía de un enano dirigirse a la casa de Batrek, allí claramente hacía días que su dueño no había venido, pero buscando entre sus ropas pudieron encontrar un viejo canutillo que probablemente usaría para drogarse y una dirección de una pensión cerca de la calle de las cien tabernas, Pensión de Fritz, la noche estaba empezando a caer por lo que volvieron a su casa para descansar y preparar el día siguiente.

La noche no trajo ningún contratiempo y al día siguiente a primera hora se dirigieron hacía la pensión de Fritz, en ella su propietario un demacrado Fritz Rilke les confirmo que un enano con ese nombre le alquilo una habitación en el piso de arriba, pero que hacía días que no lo había visto, tras un pequeño incidente con Erwin y luego con Íñigo y tras unas monedas de Ramkir este les abrió la puerta de la habitación, en ella el olor a orín y excrementos es más que evidente, sobre la cama tendido boca arriba estaba Batrek, apenas respira, el color del colchón claramente muestra los días que lleva allí tendido, en la mesita de al lado hay un polvo que claramente muestra una droga que Erwin y Ogmund ya vieron en Middenheim, delirios de Ranald, pero Íñigo también detecta restos de belladona, la cual es la que le ha provocado este estado, para finalmente ocasionarle la muerte, la cual por su estado no tardara en llegarle, sus fosas nasales muestran claramente su adicción, al enano apenas le queda un hilo de vida, pero Ramkir consigue humedecerle sus resecos labios y tras acercar su oído a ellos consigue escuchar que el sacerdote bastardo le enveneno dejándolo morir, fue un sacerdote llamado el hermano Karl, le engaño y murió Yorri por su culpa, tras aquello el enano se desvaneció para luego morir a causa del veneno, mientras parte del grupo espera allí junto a Fritz el resto aviso a los enanos para que se encarguen del cuerpo del ingeniero enano, tras aquello abandonan el lugar para dirigirse a un lugar tranquilo donde poder comer y pensar que hacer durante la tarde...


miércoles, 7 de julio de 2021

EL ENEMIGO INTERIOR. EL IMPERIO EN LLAMAS. Sesión 16

El sacerdote casi arrastraba los pies por aquel suelo marmoleo, sus hábitos si que se arrastraban según iba andando, pero él iba tan sumido en sus propios pensamientos que no se daba cuenta de aquello, ni de las muestras de respeto de con quien se cruzaba en su camino, aquello no era propio de él, pero los sucesos ocurridos en los últimos días lo habían trastornado, duros días eran los que tenían por delante, sin la guía del Gran Teogonista la guerra y la caída del Imperio estaba más cerca...



El camino fue rápido hasta su nueva casa, esta estaba relativamente cerca de Königplatz, la casa era una casa de un color azul claro y dos alturas, en la parte de atrás un pequeño patio lo suficientemente grande para relajarse en las horas nocturnas, aunque este no iba a ser el caso, como bien les había indicado el Conde un ayudante de cámara les estaba esperando, Simon Helmholtz haría sus funciones desde primera hora del día hasta que cayera la tarde, tras acomodarse en sus habitaciones poco más quedaba por hacer aquel día, la noche paso sin ningún contratiempo.

El nuevo día salió despejado, a mediodía tenían que acudir al Templo de Morr para hablar con la Gran Indagatrix Inga, tenían todo la mañana por delante para intentar moverse por la ciudad, se dirigieron hacia la entrada sur del río en Altdorf, allí debería de haber algún control de las barcazas que entraban y salían de la ciudad, tras hablar con el Capitán que estaba al mando consiguieron acceder al listado de entradas y salidas, en una primera criba no encontraron nada que les llamara la atención, pero en una segunda búsqueda encontraron algo que si que podría ser lo que buscaban, el día 25 una barcaza de la familia Blucher había entrado en la ciudad con una carga de barriles de arenque, al día siguiente abandono la ciudad, el tal Blucher era un viejo conocido de Erwin y Ogmund, iban a trabajar para él transportando una carga hasta que su barcaza ardió cuando ya había sido cargada, después de aquello les envió a Middenheim para llevar una mercancía, aunque como luego comprobaron les mando para entregarlos a los sectarios de la Mano Purpura, tras ese descubrimiento se dirigieron al encuentro de la Gran Indagatrix Inga, esta les llevo hasta la parte de la ciudad donde estaba la capilla y crematorio de Morr, allí un sacerdote les enseño los restos de cuerpos que se habían podido recuperar de la zona de la explosión, la mayoría eran pequeños trozos que no se sabían a donde correspondían, lo más grande que había era un trozo de un torso, en el pudieron descubrir un tatuaje bastante reciente de una mano purpura y lo que parecían marcas de nacimiento, pero vistas con más detalle claramente parecía una cara que se estaba formando, una mutación, aquellos restos podrían ser de los tres hombres que vieron los guardias llevando un carro con barriles de pescado.


Tras abandonar la Capilla de Morr se dirigieron a la parte del rio donde descargaban las barcazas, allí Íñigo se mezclo con la gente que estaban en las tabernas mal olientes del puerto, mientras el resto intentaba averiguar quien o que descargo la barcaza de la familia Blucher, tras unas tensas palabras con uno de los estibadores nada pudieron averiguar, y aunque lo siguieron intentando les quedo claro que aquel desencuentro había dado al traste con sus planes de conseguir alguna información, por suerte Íñigo pudo conseguir una pequeña cita con uno de los chicos de Dieter Schneider, era el matón que mandaba en esa zona de la ciudad, tras vaciar generosamente su bolsa pudo averiguar que el barco de la familia Blucher había sido descargado por dos estibadores, Viktor Kahl y Otto Bauer, además varias noches antes de la explosión un enano cargó cuatro barriles de pólvora del gremio de ingenieros enanos, con esta información Íñigo se junto con el resto, ya quedaba poco para que empezara a anochecer pero intentaron aprovecharlo para encontrar a aquellos dos hombres, se dividieron en varios grupos, fue el que formaban Erwin y Ramkir el que dio con ellos, al principio parecieron un poco reacios a hablar pero tras ver el brillo del oro soltaron la lengua, efectivamente ellos desembarcaron la carga de la barcaza de los Blucher, del cargamento separaron cuatro barriles que subieron a un carro que tirado por una mula llevaron al otro lado del río, hasta la zona este de las murallas, allí un hombre vestido con ropas negras sacerdotales que se hacía llamar Gustav Fokker les estaba esperando para llevarse el carro y la carga que transportaba no sin antes taparla con telas, poco más podían sacar de aquellos dos pobres diablos, con prisa regresaron hasta su hogar, ya estaba anocheciendo y como bien habían oído al alguacil, se había declarado un toque de queda hasta que fueran capturados los responsables de la explosión, durante las horas sin luz estaba prohibido andar por la ciudad, pero antes de llegar a su hogar mientras cruzaban uno de los puentes. Erwin y Leopold pudieron ver como desde el otro lado tres hombres que claramente no eran estibadores miraban a Erwin, cuando sus miradas se cruzaron con las de Erwin susurraron cosas entre ellos y se alejaron por sitios distintos, aquello le trajo a Erwin recuerdos ya casi olvidados, quizás sus sospechas fueran infundadas o no..., con cautela y mirando que nadie les siguiera llegaron hasta su hogar, allí Simon ya se había ido, pero como bien les dijo el día anterior les había dejado preparada una cena informal...