viernes, 31 de diciembre de 2021

EL ENEMIGO INTERIOR. EL IMPERIO EN LLAMAS. Sesión 33

Todo se había derrumbado como un castillo de naipes, aquel estúpido se había dejado coger, ahora solo sería cuestión de tiempo que fueran a por él, pero ya no podrían parar lo que hace mucho tiempo tenía que haber ocurrido, aquel falso dios debía ser erradicado, pisoteado de una vez, y junto a él sus estúpidos y engreídos siervos, sus leales guardias cabalgaban a su lado, hacía el arropo de sus hermanos de armas.


Simon les trajo nuevas, se había pagado una generosa cantidad  de dinero al posadero del Imperial para paliar los daños sufridos por la explosión, cuando regresaran tendrían esperándoles unos baños calientes donde poder relajarse de lo ocurrido los últimos días, mientras, sus ropas serian remendadas y limpiadas para la ocasión, pues esa misma noche tenían una invitación para acudir a la casa de Middenheim en Altdorf, cansados de la ajetreada noche que habían tenido se dispusieron a volver al Imperial, en él pudieron darse ese baño caliente y descansar unas horas, aunque Íñigo primero prefirió gastar sus últimas fuerzas en un conocido lupanar bien conocido por Ramkir, luego se reunió junto al resto en el Imperial.

Por la noche acudieron a su cita, allí fueron recibidos por su anfitrión, que no era otro que el propio hijo del Graf Boris, Heinrich Todbringer, cenaron generosamente mientras conversaban de asuntos intrascendentes, después de cenar se juntaron en un pequeño salón donde ya solos si que Heinrich fue preguntando por los sucesos que habían sucedido desde que salieran de Kislev,  mostrándose sorprendido con la verdadera identidad del hermano Karl, agradeciéndoles en todo momento lo que habían conseguido en favor del Imperio, sintiéndose en deuda con ellos. Sabiendo de las creencias de Ogmund y teniendo en cuenta las circunstancias de como se produjo su juramente como Caballero Pantera, le libro de dicho juramento, y igual pensaba hacer con Erwin, pero antes de que pudiera pronunciar esas palabras Erwin pidió a Heinrich que si era digno de poder pertenecer al Circulo interior de los Caballeros Pantera, aquello cogió desprevenido al hijo del Graf, dejando ver por unos segundos la alegría y orgullo que significaba aquella petición, por supuesto accedió a ella, al igual que a Leopold le fue entregado el medallón de los Caballeros Pantera, pasando a ser uno de ellos, durante la velada también fueron informados de que el Graf entraría mañana en la ciudad para reunirse con el Emperador y así discutir la estrategia para intentar para esta guerra, mientras eso ocurría les aconsejo que descansaran, ya avanzada la noche se despidieron de su anfitrión hasta que recibieran nuevas de él.

Como bien les había informado Heinrich, el Graf Boris junto a su guardia personal llegaron a la ciudad a mitad de mañana, las trompetas anunciaron su llegada, la gente empezó a amontonarse en las calles sorprendida, y aunque algún que otro lanzaba insultos en voz baja, la mayoría de gente mostraba cierto respeto, en Palacio fueron recibidos por el Emperador, la Condesa de Nuln y toda la gente importante de la corte, tras los saludos protocolarios el Emperador, la Condesa y el Graf se encerraron en el salón del trono, nuestros héroes decidieron no moverse del Palacio y estar atentos, sospechaban que estando el Emperador y el Graf juntos algo podría pasar, pero por suerte nada extraño ocurrió, Íñigo tuvo un encuentro un poco desafortunado con Martín Fechner, el asesor del Príncipe, este de malas formas aparto a su secretaria Greta Cranach cuando Íñigo intentaba ayudarla con unos papeles, lo siguiente fue un cruce de palabras entre ambos que no fue a más gracias a la intervención de la mujer, lo cual más tarde le ocasiono algún disgusto en forma de golpe.


Durante los dos días que estuvieron vigilando la gente que se movía por Palacio Ramkir tuvo la oportunidad de hablar con el Canciller y primo del Emperador el Conde Siegfried, este le informo de que el Patriarca Supremo de los Colegios de la Magia le había pedido que pusiera a la guardia a buscarlo, por lo visto se le acusaba de usar magia prohibida en la ciudad, la misma que se había usado hace unas semanas en el santuario de la Piedra Brillante, se le acusaba de la muerte de los sacerdotes que allí vivían y de un joven estudiante de medicina, además de los miles de muertos que habían perecido en el incendio de Altdorf, junto a los daños que se habían producido en la ciudad, el Conde prometió a Ramkir interceder por él en cuanto se pudiera hacer publico todo lo ocurrido, pero de momento le aconsejo no salir de Palacio y no mostrarse mucho, por lo visto las acusaciones venían de un protegido del propio Patriarca, de un viejo amigo de Ramkir y sobre todo de Ogmund y Erwin, Sigfrido.

El veneno que Íñigo había usado contra el hermano Karl les había salvado la vida, así que Íñigo intento tirar de los contactos en los bajos fondos, acudió al mismo hombre que les había dado la información sobre la reunión de la Mano Purpura para intentar conseguir algunas dosis, y tras un día de espera pudo conseguir una, quizás a un valor desorbitado, pero si era tan eficaz como la anterior vez bien valía ese dinero, ese mismo día habían recibido una nota para acudir a la casa de Middenheim a las 10 de la noche, -que podría significar aquello?, difícil saberlo, por lo que Íñigo decidió visitar el lupanar por lo que pudiera ocurrir, Erwin decidió esperarle fuera, cerca de la puerta de entrada, poco a poco el tiempo iba transcurriendo sin que Íñigo saliera de aquel antro de perversión, por lo que ya cansado de esperar Erwin decidió entrar para ver donde estaba su compañero, tras hablar con la mujer que regentaba el lugar y más tarde con la chica que había elegido Íñigo pudo averiguar que este había salido por la puerta trasera, la chica ignoraba el motivo, quizás su mujer sabía que estaba aquí o había visto a alguien en la calle, ella que iba a saber, y aunque Erwin amenazo a la chica con su daga, esta aterrorizada no pudo decirle nada más, Erwin salió por la puerta trasera, pero allí no había nada que le pudiera dar una pista de lo ocurrido, empezó a vagar por las calles de alrededor sin ningún resultado por lo que decidió permanecer cerca del puente que cruzaba hacia la otra parte de la ciudad, y allí fue donde vio venir a Íñigo, o más bien lo que quedaba de él, apenas se mantenía de pie, su rostro bien podría haber sido el de un cadáver, el rostro blanquecino y las pupilas enrojecidas, apenas podía hablar, con la ayuda de Erwin consiguieron llegar hasta el Palacio donde pudo recuperarse un poco, lo suficiente para relatarles a todos lo que había ocurrido, cuando dejo a Erwin entro en el lupanar, allí estuvo buscando con que chica o chico pasaría un buen rato, una vez elegida subieron a la parte superior del lugar, a las habitaciones, pero camino de ellas a través de una ventana  vio una cara que juraría haber visto días atrás, no sabía si los habían seguido hasta aquí o la coincidencia los había juntando, con rapidez salió por la puerta trasera para intentar dar caza a esa persona antes de que se escabullera, pero de repente su cuerpo empezó a fallarle, todo empezó a dar vueltas, le pareció que ando entre las calles una eternidad  hasta que todo se volvió negro, lo siguiente que recordaba fue despertar con la boca reseca, su cuerpo apenas le obedecía pero poco a poco había conseguido ir hacia el Palacio hasta que Erwin vino a él, alguien le había envenenado, quien, cuando o donde, lo desconocía...


Con Íñigo ya mejor, pero reposando en cama, se empezaron a preparar para su cita en la casa de Middenheim...

sábado, 25 de diciembre de 2021

EL ENEMIGO INTERIOR. EL IMPERIO EN LLAMAS. Sesión 32

Diederick Kastner, un bastardo nacido de una violación en una incursión de una tribu de Norscan en las tierras de Nordland, su propio padre un Campeón de la tribu de los Varg lo repudio al ser un bastardo, tras la muerte de su madre y el odio de su padre por sus orígenes bastardos, un joven sacerdote lo acogería y lo adoctrinaría en la fe de Sigmar, luchando valiente y fielmente al servicio de Sigmar, pero aquello cambio, su destino no era estar al lado de Sigmar, un destino mucho más oscuro le estaba preparado, un destino que haría temblar a todo el Imperio, un destino que aun estaba por llegar..., su solo nombre seria temido en todo el Imperio, sería conocido como Archaon El Elegido.


El fuego se iba extendiendo por esa parte de la ciudad, las llamas danzaban alegremente de casa en casa, los sectarios que salían ardiendo del almacén también se encargaban de que el fuego fuera propagándose con rapidez por más partes de la ciudad, a su vez las calles se empezaban a llenar de un humo que hacía que hasta el respirar fuera algo complicado, pero en el centro de aquel infierno nuestros héroes se enfrentaban a un adversario complicado de doblegar, aunque estaban más que dispuestos a que esta vez no se les escapara entre los dedos, Ogmund y Leopold lo tenían delante de ellos, a unos escasos veinte metros, Karl-Heinz Wasmeier irradiaba un aura que solo alguien de una gran voluntad podía hacer frente, y Ogmund desde luego que la tenía, sabía que solo tendría una oportunidad para intentar invocar la ayuda de Sigmar y acabar con Wasmeier, y quizás las prisas fueron las que le jugaron una mala pasada, algo en la invocación fallo y no pudo encontrar ese hilo que le hacía conectar con su Dios y canalizar su poder, Leopold se coloco delante de él para protegerlo de posibles ataques, y aunque le pudo defender del ataque de varios sectarios no pudo hacer nada ante la magia de Wasmeier, este moldeo el humo que había a su alrededor creando varios puñales oscuros que volaron hacia el sacerdote atravesándolo, y aunque aguanto con bravura el primer envite al segundo su cuerpo dijo basta y cayo al suelo perdiendo la conciencia, mientras tanto Leopold conseguía defenderse de los sectarios que lo habían rodeado, su brazo derecho ya colgaba inerte, la magia lo había dejado así, aun así mientras se defendía con su escudo también iba golpeando a sus enemigos con el, y aunque muy mal herido aun aguantaba de pie, aunque su final cada vez estaba más cerca, pero el que aguantara en pie al final fue crucial para lo que ocurrió después, ya que sin su acto de valor Íñigo no hubiera podido atacar a Wasmeier y a su acompañante por la espalda...


Íñigo al igual que el resto escucharon los gritos de Leopold avisando que el hermano Karl estaba saliendo del almacén por la puerta trasera, con rapidez se fue moviendo hacía allí, ataviado con la capa negra le fue fácil pasar desapercibido del resto de sectarios que huían de aquel lugar perseguidos por los incineradores de Tzeentch, por suerte ninguno de estos demonios se percato de su presencia, cuando llego a la esquina del almacén miro la escena que tenía ante él, Ogmund ya había caído y Leopold a duras penas aguantaba de pie, Wasmeier y su acompañante miraban la escena dándole la espalda, era su momento, en su estoque había untado la ultima de las dosis que le había quitado al cuerpo del asesino, y aunque en ese momento no lo sabía aquello les iba a salvar la vida a todos, cogiendo aire se preparo para cargar por la espalda pero sus piernas no se movían, no era miedo ya que sabía que después de su ataque quizás lo siguiente que llegaría seria su muerte, estaba más que preparado para recibirla con los brazos abiertos, pero no era aquello lo que no le dejaba moverse, era algo más extraño, algo que nuca había experimentado, hacía que todo pasara lentamente y que fuera un simple espectador, veía como Leopold seguía recibiendo más golpes y su sangre iba salpicando el suelo mientras Wasmeier y su acompañante empezaban a irse del lugar, o lo intentaba ahora o todo estaría perdido, quizás el recuerdo de su madre o la esencia que aun quedaba de ella en su estoque hizo que aquella sensación desapareciera, con sigilo se movió hasta Wasmeier sin que nadie se percatara y con un ataque preciso consiguió que su estoque golpeara su cuello, pero apenas le hizo un rasguño del que salió un fino hilo de sangre, pero lo suficiente para que el veneno que impregnaba su estoque se mezclara con su sangre, aquello hizo que Wasmeier se girara entre asombrado y furioso por aquel ataque inesperado, su compañero al que llamo Diederick también se giro dispuesto a atravesarlo con su espada, aunque no fue necesario, Wasmeier extendió su mano hacía Íñigo para luego cerrarla con brusquedad, Íñigo empezó a retorcerse de dolor mientras una sensación de vacío inundaba su cuerpo, parecía que alguien estuviera extrayendo su alma, en apenas unos segundos su cuerpo yacía tendido en el suelo como un cascaron vacío, unos segundos antes Ramkir había llegado hasta el  lugar desde una calle lateral, había presenciado el sacrificio de sus compañeros, sabía que el hechizo que estaba a punto de conjurar acabaría con la vida de Leopold, aparte de poder meterle en problemas, pero sabía que tenía que intentarlo, recogiendo todos los vientos de la magia que pudo consiguió domarlos a su gusto y una gran columna de fuego se materializo donde estaba Wasmeier y a su alrededor, pero para su asombro este parecía que no sufría ningún daño, no así los sectarios, que caían al suelo entre gritos de dolor, Leopold también sucumbió ante las llamas de su amigo, Diederick también se retorcía de dolor pero permanecía de pie, ¿ quien era Diederick ?, para Wasmeier debería de ser alguien al importante ya que con su magia lo saco de aquel infierno para acto seguido decirle que se fuera de allí, que ya sabia con quien tenia que ir, que su destino era mucho más importante que todo aquello, que él ya acabaría con aquella escoria y se reuniría con él, este tras unos segundos de confusión hizo lo que le habían ordenado y se escabullo entre las calles llenas de humo, en ese momento Wasmeier solo tenía una cosa en su cabeza, quemar a aquel hechicero brillante, con un movimiento de su mano su cuerpo empezó a levantarse del suelo hasta sobrepasar la altura de los tejados, desde allí podía ver con claridad a a Ramkir, a la vez que este ascendía Erwin llegaba hasta la escena, por desgracia salvo intentar auxiliar a sus amigos poco podía hacer, Wasmeier no estaba a su alcance, aunque si bajaba estaría preparado para atravesarlo con su mandoble.

A la desesperaba y mientras buscaba un lugar donde alejarse de su vista,  Ramkir conjuro varias bolas de fuego que fueron impactando en Wasmeier sin apenas causarle daño, una mueca de perversa maldad se refregaba en su rostro mientras se preparaba a darle a Ramkir de su propia medicina, pero cuando estaba a punto de moldear los vientos de la magia un rictus de dolor se reflejo en su rostro, aquello hizo que perdiera el control de los vientos de la magia, furioso volvió a intentarlo pero esta segunda vez el dolor fue más intenso, haciendo que de su boca emanaran hilos de sangre, su cuerpo se retorció mientras emitía un grito de agonía, su cuerpo empezó a caer al vacío, golpeando con fuerza contra el suelo, rebotando en él varias veces, Erwin con un ataque preciso le separo la cabeza del cuerpo, conservando su cabeza como prueba, ya que el resto del cuerpo empezó a hincharse hasta que exploto, Ogmund había recuperado la conciencia justo para ver como el cuerpo de Wasmeier caía del cielo, aunque mal herido ayudo a Erwin y Ramkir a alejar del lugar los cuerpos de Íñigo y Leopold, a los que  pudieron reanimar para con rapidez abandonar aquel lugar, el fuego y el humo inundaban esa parte de la ciudad, con gran esfuerzo consiguieron llegar hasta la capilla de Morr, donde como bien les había prometido la Gran Indagatrix Inga les estaría esperando, con rapidez curo sus heridas mientras estos le explicaban lo sucedido, tras evaluar la situación abandonaron la capilla de Morr para recoger el cuerpo del Capitán del Príncipe y dirigirse a Palacio, cerca del rio la gente había empezado a hacer una cadena para llevar cubos de agua hasta el fuego, pero toda esa parte de Altdorf estaba en llamas, hasta las primeras horas del alba el fuego no pudo ser controlado, miles de personas perecieron esa noche y de los que sobrevivieron la mayoría se convertirían en vagabundos...


En Palacio pudieron entrevistarse con el Campeón del Emperador, al que relataron todo lo ocurrido aquella noche, este tomo buena nota de ello, días más tardes pudieron enterarse que entre los guardias del Príncipe encontraron a un par más con el tatuaje de la Mano Purpura, pero ni el Príncipe ni nadie de sus asesores lo tenían, también pudieron averiguar que el tal Diederick Kastner era un templario de Sigmar que llevaba desaparecido varias semanas..., desde el Palacio se podía ver parte de la ciudad, el humo ascendía en grandes columnas mientras el fuego se iba apagando al no encontrar nada más que poder consumir, el alba trajo una ligera brisa, mientras contemplaban aquella escena, cada uno sumido en sus propios pensamientos una voz conocida les interrumpió, - señor Erwin, me ha resultado difícil encontrarles, les traigo un mensaje...,- cuando se giraron, ante ellos pudieron ver la cara conocida de su ayudante de cámara Simon Helmholtz...

sábado, 4 de diciembre de 2021

EL ENEMIGO INTERIOR. EL IMPERIO EN LLAMAS. Sesión 31

Las horas iban pasando lentamente, ya habían pasado varias desde que se había producido aquella desgracia, se había intentado todo lo posible pero nada había servido para mitigar aquella situación, todo hacía pensar que antes de que llegara un nuevo día todo habría acabado, que podía suceder o que consecuencias podría conllevar aquello era toda una incógnita, una oscura y peligrosa incógnita...



La noche ya hacía tiempo que había caído sobre la ciudad, Íñigo espera escondido entre las sombras algún movimiento sospechoso alrededor del Palacio, pero este no se había producido, la medianoche cada vez estaba más cerca, en silencio abandono su posición y con precaución abandono aquel lugar para dirigirse a la otra parte de la ciudad, pero al poco de alejarse del Palacio sus atentos ojos vieron como al final de la calle una sombra se deslizaba por la fachada del edificio hasta la calle, aquello no podía suponer nada bueno, por lo que sin pensarlo mucho y espada en mano salió corriendo hacía aquella sombra, en su carrera fue capaz de esquivar dos de los cuatro cuchillos que empezaron a volar en su dirección, por suerte los dos que consiguieron impactarle no le causaron mucho daño, después el combate apenas duro unos segundos, un golpe certero de Íñigo atravesó el pecho de aquel asesino acabando con rapidez con su vida, un tatuaje de Khaine atestiguaba la profesión que aquel hombre tenía,  sus armas y un par de dosis de lo que parecía un veneno era lo único que llevaba encima, sin tiempo que perder se dirigió al punto de encuentro, cuando llego hasta el lugar de encuentro no había ni rastro de sus compañeros, por lo que se dirigió hasta donde en teoría se iba a producir el encuentro entre los sectarios, el barrio era un barrio pobre, lleno de casas o chabolas a punto de derrumbarse, en esa parte de la ciudad no se veían patrullas de guardias, se podía ver a gente en la calle intentando hacer más llevadero el calor sofocante que aun de noche caía sobre la cuidad, en su camino por esas calles pudo escuchar como un grupo de gente se arremolinaba en una casa  mientras chillaban venganza por la muerte de algún miembro conocido, como bien pudo averiguar después sus compañeros en el camino hasta la plaza de la fuente de cobre se habían encontrado con un grupo de matones del lugar, y Leopold se había encargado de atravesar el cuello al gordo que llevaba la voz cantante y que no paraba de amenazarles, aquellas amenazas le habían salido caras, de un solo tajo, Leopold había acabado con sus bravatas, el resto de matones al ver aquello habían salido corriendo para salvar sus vidas, Íñigo se encontró con sus compañeros mientras estaban escondidos mirando lo que estaba pasando en la plaza.


Con la llegada de Íñigo y la facilidad con la que este podía pasar desapercibido pudieron averiguar los signos que se hacían la gente que acudía a la reunión en el viejo almacén, en cada una de sus tres puertas había apostados tres hombres encargados de certificar aquello, incluso a alguno le hacían que mostrara su tatuaje de la mano purpura, mientras Íñigo averiguaba aquello, Ogmund acompañado por Leopold se encargaron de buscar por las alcantarillas si había alguna entrada al almacén, pero su búsqueda no obtuvo ningún resultado, poco a poco el goteo de gente que llegaba fue disminuyendo hasta que cerraron las puertas, quedando un hombre vigilando cada puerta, aquello fue aprovechado por nuestros héroes para acercarse a cada una de las puertas acabando con sus vigilantes sin apenas hacer ruido, Leopold y Ogmund se encargaron de la puerta trasera, Íñigo de la puerta lateral y Erwin de la delantera, mientras que Ramkir desde una posición más alejada controlaba la zona de Íñigo y Erwin, como habían planeado rociaron todo el almacén con aceite para quemar y prendieron fuego al almacén, de dentro llegaban voces un poco subidas de tono, los allí presentes no parecían dispuestos a que un norteño fuese el nuevo líder de la secta, más aun cuando alguien importante de la Corte Imperial era la otra opción, incluso la opción de entregar a Karl a los guardias podría aun más afianzar a esa otra persona, pero lo que sucedió después de aquellas palabras nadie lo sabe, el fuego ya consumía gran parte del almacén y los gritos de dentro del almacén llegaban al exterior, a la vez que los vientos de la magia sufrían una alteración de las puertas del almacén empezaron a salir sectarios envueltos en llamas, algunos tropezaban con sus compañeros muertos cayendo al suelo, mientras otros corrían huyendo de aquel lugar perseguidos por varios incineradores de Tzeentch , con rapidez el fuego iba saltando de casa en casa propagándose por esa parte de la ciudad y llenado el lugar de un humo denso, una parte del almacén se había venido abajo a causa del fuego mientras por la puerta trasera un hombre vestido con hábitos rojos  empezaba a abandonar aquel lugar protegido por varios sectarios, ese hombre con ropajes rojos era una persona bien conocida para Ogmund, su rostro enjuto parecía más una calavera que la de un ser vivo, pero aun así a quien tenía Ogmund y Leopold delante era el hermano Karl, aunque su nombre verdadero era Karl-Heinz Wasmeier, el antiguo juez de Middenheim...