sábado, 30 de noviembre de 2019

EL ENEMIGO INTERIOR. ALGO HUELE A PODRIDO EN KISLEV. Sesión 18

Todo estaba yendo según lo previsto, había pensado mucho en todo aquello y por fin se acercaba el día de dar el golpe definitivo, cuando llegase ese día todo el Imperio se postrarían ante él, y después seguirán el resto del Viejo Mundo, ese hechicero del tres al cuarto se creía que tenia controlada la situación, pero como muchos otros simplemente era un pequeño títere al que usaría hasta que no lo necesitase...




Tras surgir el nombre del que fuera juez de Middenheim, el juez Wasmeier, Nikkit narro lo que allí ocurrió durante el carnaval, según Nikkit su tía que trabajaba en el palacio y le había contado  todo lo que allí ocurrió, con pelos y señales y cien por cien verídico, esa fue la coartada que utilizó Nikkit para no desvelar sus verdaderas identidades y para intentar poner en alerta de las intenciones del juez Wasmeier y su aliado Gideon, tras su narración el Príncipe Alexis II se mostró realmente preocupado y sintió alivio al saber que el Graff Boris no había sufrido ningún daño, tras ello mando al Sacerdote Barismann que intentara averiguar si ese tal juez Wasmeier tenía algo que ver con el Hechicero que era conocido de su consejero Vladimir.
Por otro lado el Sacerdote Barismann invito a Ogmund a que paseara junto a él por la ciudad, en esa visita Barismann intento que Ogmund entendiera el bien que le hacia todo el tema de los no muertos a la ciudad, y también al resto del Imperio, pero Ogmund era fuerte en sus creencias y las ideas de Barismann las rebatió con las suyas propias sobre la integridad de no tocar nada que estuviera tocado por el Caos, pero Barismann tenia guardada una noticia que verdadera o falsa hizo que por un segundo Ogmund titubeara sobre sus ideas, le hizo participe de que viajaba con alguien que estaba tocado por el Caos, mas concretamente por Slaanesh, y ese amigo suyo era el halfling Nikkit, al cual si el quería le podían ayudar a eliminar cualquier estigma que pudiera tener, y aunque mas tarde fue el propio Ogmund quien se lo pregunto abiertamente a Nikkit este en todo momento lo desmintió, aunque en Ogmund la duda ya estaba sembrada, tras su largo paseo con Barismann por fin se despidieron amablemente y encaminó sus pasos hacia la posada, allí no se encontraban sus amigos, por lo visto hacía ya rato que habían salido, aunque no tuvo que esperar mucho para averiguar donde habían ido, un chico le trajo una invitación del hechicero de la ciudad Vladimir Slepov para que se reuniera con ellos en su casa, y hacia allí dirigió Ogmund sus pasos.




Mientras tanto en los jardines del Príncipe Alexis II, Vladimir Slepov se acerco a Nikkit y a Erwin para invitarles a su casa, y con voz baja les dijo que quizá podrían hablar sobre el difunto Olvaga, allí acudieron después de dejar sus pertenencias en la posada, en un principio tuvieron una charla en la que Vladimir dejo entrever que estaba al tanto de los descubrimientos de Olvaga y que creía que había muerto por culpa de la maldición, una maldición que creía que se contraía cuando entrabas a formar parte del culto, no podía hablar con nadie de sus secretos o la maldición podía manifestarse como así parecía que había ocurrido, también les habló abiertamente al decirles que también trabajaba para Bogdanov, aunque su coartada en la ciudad estaba mas que asegurada, ya que el que informaba de todo lo que en la ciudad ocurría era Olvaga, nunca se había visto comprometido y así debería de seguir siendo, hasta ese momento todo parecía ir bien pero sin saber como y cuando, sin darse cuenta cayeron en un sueño muy profundo, despertando cada uno en una habitación distinta completamente a oscuras, Vladimir les interrogó uno por uno, la causa de todo aquello es que Vladimir pertenencia a un grupo de sabios que se hacían llamar el Circulo Dorado, intentaban hacer frente a cualquier peligro mágico o demoníaco que pudiera poner en peligro a las gentes del Imperio, Heironymus Blitzen era un gran amigo suyo al cual ya hacía años le había entregado el anillo que Nikkit portaba en su dedo, Heironymus llevaba perdido varios meses, lo último que se sabía de él es que había regresado de las Montañas Negras y que un grupo de dos humanos y un halfling lo había raptado o eliminado en Kemperbad, todo ello había sido corroborado por un hechicero de Altdorf, un antiguo conocido de ellos, Sigfrido Winsford, por suerte para ellos las versiones de Nikkit y de Erwin fueron las mismas haciendo que Vladimir les creyera y confiara en ellos, no así Erwin que desde entonces su propio orgullo de haber sido tratado como un misero ladrón hizo que mas adelante negara cualquier ayuda de Vladimir hacia ellos, tras ese pequeño incidente y una vez claro su papel en todo lo referente a Heironymus, Vladimir les insto a que entraran en el templo para intentar encontrar a ese tal Wasmeier y a su aliado Gideon, también les pidió que intentaran encontrar el libro de hechizos de Durgul, si es que realmente estaba en el templo, ya que nunca lo había visto, pero ante la negativa de Nikkit suavizo sus palabras dejándolas en que si veían algo que podría ser peligroso lo cogieran para luego destruirlo, el no podría ayudarles en el templo ya que no entraría con ellos, si alguien lo veía su coartada se vendría abajo, los vientos de la magia se estaban moviendo en el Norte y ahora mas que nunca su papel aquí era de máxima importancia, pero podía ayudarles con los no muertos, podía hacer que no los detectasen y si salían podía hacer que salieran de la ciudad sin que nadie los viera, pero desaconsejando sus palabras prefirieron no aceptar su ayuda y valerse por ellos mismos, a fin de cuentas era lo que hasta ahora siempre habían echo, y no les había ido nada mal, así que se prepararon y esa misma noche escondidos entre las sombras se dirigieron hacia la entrada secreta del templo...


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