miércoles, 13 de noviembre de 2019

EL ENEMIGO INTERIOR. ALGO HUELE A PODRIDO EN KISLEV. Sesión 16

Allí estaba, ante él lo que tanto había anhelado durante todos estos años, por fin lo tenía a su alcance, sus dedos se crisparon mientras lo sostenía en sus años, llenos de satisfacción a la vez que de placer, lo que había sido un sueño ahora se hacía realidad, una sensación de victoria lo embargaba según iba pasando hoja tras hoja de aquel libro, en su cabeza memorizaba cada una de sus palabras, cada una de sus complicadas fórmulas...



Una vez en la ciudad de Bolgasgrad se encaminaron hacía una de las posadas que les había dicho Katya Villanova, en concreto a la de la Cigüeña y el Armiño, una posada dirigida por Daryenka Alendrova y sus dos hijas, por lo menos  la posada estaba limpia y su comida era decente, en ella alquilaron una habitación para Erwin y otra para sus ayudantes Nikkit y Ogmund, durante la cena pudieron entablar un poco de conversación con una de las hijas de la posadera, informándose un poco de quien dirigía el culto a los antiguos aliados, y de que la ciudad contaba con un saludable comercio, con comerciantes que venían del Norte, de Praag, y algún que otro extranjero que como ellos había venido de la lejana Middenheim,  también pudieron percatarse que la gran mayoría de sus habitantes portaban un colgante del que colgaba una estrella y sobre ella una doble Y invertida, al parecer era el emblema del culto, el cual estaba comandado por su líder espiritual, según ellos un gran hombre, lleno de bondad hacia sus feligreses, el sacerdote Leonid Barismann.





A la mañana siguiente se dedicaron a pasear por la ciudad, pudieron percatarse que nadie les seguía y que no había rastro alguno de las deidades oficiales del Imperio, prácticamente toda la ciudad había abrazado la nueva religión, incluso la convivencia de los vivos con los no muertos parecía de los mas normal, a mitad de mañana encaminaron sus pasos hacia el templo donde como cada día a mediodía se realizaba un acto religioso, pero antes de llegar se informaron que si no pertenecían al culto no podrían presenciar ni participar de dicho acto, por lo que dieron media vuelta dirigiéndose de nuevo a la posada, en la cual durante la comida pudieron hablar primero con una de las muchachas y luego con su madre Dayenka sobre Julius Olvaga, esta les dijo donde vivía junto a su hermana Ivinia Olvaga, aunque no los había vuelto a ver desde que Julius se desplomó fulminado en medio de la calle, por lo visto su cerebro había sufrido un colapso mientras regresaba del templo camino a casa, él siempre había sido el encargado de la biblioteca que el templo poseía, incluso cuando el templo estaba dedicado a los dioses del Imperio el ya se encargaba de los libros que allí había, también durante la comida tuvieron la visita de la alguacil Kayta Villanova, les traigo una invitación para Erwin y los ayudantes que creyera oportunos para cenar en la mansión del Príncipe, en presencia de este y de sus familiares, estaba interesado en las telas y sedas con las que comerciaban.

Con la tarde por delante, antes de la cena en la mansión del Príncipe decidieron visitar a la hermana de Julius Olvaga para poder verlo con sus propios ojos, Ivinia una mujer de unos cincuenta años les contó lo mismo que la posadera Dayenka, su hermano era un apasionado de los libros y toda su vida la había dedicado  a ellos, siendo el encargado de la pequeña biblioteca del templo, el sacerdote Barismann en persona había visitado varias veces a Julius pero por desgracia nada se podía hacer por su estado, ante la insistencia de Ogmund Ivinia les permitió subir a las habitaciones a visitarlo y aunque se le notaba nerviosa y incomoda consiguieron que Ogmund y Nikkit se quedaran a solas durante unos minutos con Julius, Ogmund pudo constatar que en verdad Julius había sufrido un colapso cerebral irreversible y también pudo escuchar como de forma mecánica repetía varias frases sin sentido y hacía mención a un mapa, un mapa que Nikkit encontró escondido debajo de unos de los cajones de la mesa de estudio  de Julius, el mapa mostraba las dependencias del templo y en ella se mostraba una puerta secreta para entrar en el propio templo y llegar hasta la biblioteca, con el mapa en sus manos se despidieron de Ivinia volviendo a la posada para acicalarse para la cena con el Príncipe.

Como mandaba la etiqueta se presentaron en palacio cinco minutos antes de la hora, allí tras comprobar sus nombres fueron conducidos hasta un gran salón donde compartieron cena junto al médico de la ciudad Aleksandre Gapon, un hombre de unos cincuenta años con el pelo corto y blanco ya entrado en carnes, también junto a Vladimir Slepov, un hombre alto y delgado, de pelo negro y lago y con un bigote estrecho y largo que le llegaba hasta el mentón, al estilo oriental, al poco hicieron acto de presencia el Príncipe Alexis Chokin II, un hombre de unos ochenta y seis  años de aspecto activo, acompañado de su mujer Annya Dobrovna y su hermana Magda Dobrovna, y junto a ellos el consejero del Príncipe Vladimir Yurik, un hombre de unos sesenta años, con poco pelo ya entrado en carnes pero con paso enérgico.



                                                                                                                                                                 
Durante la cena el Príncipe se disculpó por la ausencia de su hijo Alexis III, el cual ocupaba su tiempo en liderar a las tropas de Bolgasgrad y en mantener su espíritu en comunión con los antiguos aliados, se interesó por las telas y sedas que comerciaban así como del lugar de donde provenían, quedando gratamente satisfecho por las explicaciones que le iban dando, quedando convencido de volverse a ver en brevedad para poder ver esa mercancía, lo poquito que pudieron hablar con el médico Ogmund pudo deducir que mas bien era un médico de pacotilla, con poca idea de lo que alardeaba, de Vladimir Slepov pudieron averiguar que era un hechicero, un poco reservado y el único que no portaba el colgante del culto de los antiguos aliados, y con quien mas intercambiaron palabras fue con el consejero del Príncipe, el cual se mostró de una forma bastante descortés con ellos, hasta tal punto que el Príncipe harto de su descaro le mando que se marchara a ocuparse de ciertos asuntos, disculpándose ante Erwin por sus modales, atribuyéndolo a su estado desde hacía aproximadamente un mes cuando recibió la visita de un conocido venido del Imperio, con la promesa de volver a encontrarse pronto para poder ver el género que habían traído abandonaron el palacio, acompañados hasta la verja de salida por Katya Villanova, ya de camino a la posada un extraño olor llamo la atención de Erwin, su mano derecha tenía un ligero olor a ajo, esa era la misma mano que había estrechado al consejero del Príncipe antes de que este abandonara el gran salón, ese olor tan peculiar ya lo había olido antes, en Middenheim, en Gideon, el cual casi estuvo apunto de acabar con el Graff y suplantar su persona, el demonio que se les escapo por poco junto al hechicero Wasmeier, quizá podría tratarse de la misma persona o simplemente era una extraña coincidencia, con estos oscuros y atemorizadores pensamientos en sus cabezas dirigieron sus pasos a la posada, donde por lo menos tenían la certeza que una cómoda cama les esperaba...

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