Ahí estaban esos tres extranjeros, a punto de descolgarse por las murallas de la ciudad, con un simple movimiento de su mano podría impedir que escaparan de la ciudad, como todos, solo buscaban el oro, pero hacía muchos, muchos años que no había escuchado el nombre de Sulring Durgul, quizás fuera un simple disparate pero hacía muchos años que había dejado de creer en las simples coincidencias, los vientos del Norte estaban empezando a soplar con fuerza y aun sin saberlo esos tres desagradecidos le podrían ser de ayuda para sus propios planes...
Tras el ataque por sorpresa de Ogmund a Annandil todo ocurrió muy deprisa, Ogmund siguió enarbolando el martillo delante suyo, incluso lanzó el agua de su cantimplora alrededor con la intención de intentar localizarlo por si estaba invisible, pero de nada sirvió todo aquello, Erwin se movió con cautela hacia un lateral de la habitación, alerta ante lo que pudiera ocurrir, mientras que Nikkit permanecía alerta al lado de la escalera, él fue el primero que vio como la escalera se iba derrumbando, las piedras rodaban hasta ir juntándose formando un cuerpo humanoide de casi dos metros y medio, el combate fue duro pero tras varios golpes espectaculares por fin pudieron derrotarlo y con rapidez subieron hasta la azotea de la torre, allí se produjo un pequeño enfrentamiento entre Nikkit y Ogmund, Nikkit le recrimino a Ogmund el ataque sin sentido sobre Annandil, el cual les podría haber costado la vida a los tres, pero Ogmund lo justifico con que era un nigromante y que todo lo que había realizado en la ciudad era mas que suficiente para que mereciera la muerte, con los no muertos viniendo hacia donde se encontraban dejaron esa discusión apartada y tras pensarlo decidieron que irían a la casa mas lujosa de la ciudad para ver si encontraban en ella algo de oro para los Dolgan o al propio Annandil para darle muerte, tras correr por las murallas saltaron sobre el tejado de la mansión, con tan mala suerte que Nikkit cayó sobre una zona del tejado que no estaba en buenas condiciones, haciendo que parte de el se derrumbara bajo su peso, cayendo en medio de una habitación bastante amplia, tras Nikkit descendieron Ogmund y Erwin, la habitación era una gran alcoba, en ella sentada delante de un tocador había una no muerta vestida con ropajes recargados y varias joyas de gran valor, acompañada por dos no muertas vestidas como damas de compañía, una de ellas le peinaba el pelo mientras la otra recogía los mechones de pelo que se le desprendían para volver a colocarlos con alguna especie de pasta, para que así se quedarán de nuevo pegados en la cabeza, las tres no muertas se giraron hacia ellos pero no se movieron ni respondieron ante las preguntas de Nikkit, tras unos segundos salieron por la puerta dejando a las tres no muertas detrás para ir inspeccionando la primera planta de la mansión, tras recorrer varias habitaciones de invitados llegaron al final del pasillo donde detrás de una gran puerta accedieron a un gran despacho, Erwin encontró un diario donde se relataba los últimos días de la ciudad cuando cayó presa de la peste, mientras Ogmund encontró una caja fuerte detrás de uno de los cuadros, tras varios intentos infructuosos de abrirla hizo acopio de fuerzas y con la palanca que llevaban forzó la caja fuerte hasta abrirla, en ella había una gran cantidad de monedas además de un sello real del Zar de Kislev, con todo ello y con los no muertos escuchándose en el piso de abajo salieron corriendo por donde habían entrado, ascendieron por el tejado y de allí hasta las murallas desde donde descendieron hasta ponerse a salvo de la ciudad maldita de Chernozavtra, ahora solo les quedaba lidiar con los Dolgan y con los Hobgoblins para salir de allí.
A Dafa le contaron que habían acabado con el nigromante que allí vivía, pero que la ciudad estaba maldita y que tardaría años en que todo volviera a como debería de ser, para reforzar sus palabras le entregaron el diario que habían traído de la ciudad para que pudiera dar validez a sus palabras delante de los Jefes de los Dolgan en el se relataba como una extraña enfermedad había acabado con mas de la mitad de la población, y como por el bien del Zar y de Kislev habían cerrado las puertas para que nadie pudiera salir y extender la enfermedad, incluso ante la falta de alimentos dándose casos de canibalismo, Dafa creyó sus palabras y ayudado por el diario convenció a los Jefes de que debían abandonar las pretensiones de entrar en la ciudad, después de reunirse con ellos les devolvió el diario y entre ambos decidieron que llevarían el oro que habían sacado de la ciudad a Habblo para pagar el paso del vado a los Dolgan, pero los jefes Dolgan no tenían que enterarse de aquello, para ellos sería que los Hobgoblins les dejaban pasar porque no querían enfrentarse en combate, sin perder tiempo cogieron el dinero de la ciudad y unas joyas que el propio Dafa tenía y se dirigieron hasta el vado, cruzaron y fueron escoltados por los hobgoblins hasta la tienda de Habblo, allí le hicieron entrega del pago de los Dolgan, y aunque se mostró un poco desconfiado de la prominencia de las monedas de oro, con la ayuda de las palabras de Ogmund y de Nikkit consiguieron convencerle de que el oro era de los Dolgan y que para nada ellos habían penetrado en la ciudad de los muertos, tras el pago acordaron que al día siguiente los Dolgan abandonarían el lugar, esa noche durmieron en la tienda de Habblo, para al día siguiente junto a los jefes tribales encabezaron la caravana de los Dolgan mientras cruzaban el vado y el campamento Hobgoblin, la tensión se palpaba en el ambiente, con miradas asesinas en ambos bandos, pero Habblo mantuvo su palabra y no se produjo ningún ataque y los Dolgan por fin abandonaron aquel lugar para dirigirse a sus tierras mientras nuestros tres héroes seguían su camino en dirección contraria, hacia las Montañas del Fin del Mundo, en dirección a Kislev, durante tres días una gran patrulla de Hobgoblins montados en lobos estuvo intentando dar con ellos, pero tras varios días de fracaso decidieron volver sin su presa...
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