viernes, 17 de marzo de 2023

EL ENEMIGO INTERIOR. EL IMPERIO EN LLAMAS. Sesión 47

Una oscura habitación, fuera el murmullo de las calles de Altdorf, en esa oscura habitación dos muchachos habían dibujado un pentagrama en el suelo, en sus manos un libro lleno de garabatos, en sus cabezas locuras de jóvenes, una oscuridad empezó a formarse dentro de aquel pentagrama mientras uno de los muchachos no paraba de entonar los salmos de aquel oscuro libro, esa oscuridad su fue moviendo abrazando al otro muchacho hasta desparecer, momentos más tarde un muchacho salía de aquella medio abandonada casa, mientras otro quedaba tumbado en el suelo en medio de un charco de sangre y con extraño libro agarrado entre sus rígidos dedos...



La batalla que se produjo con él dragón fue épica, rozando la tragedia en varias ocasiones, pero no estaba escrito que allí fueran a sucumbir, aquel temible ser realizo una pasada por encima de sus cabezas rociándolos con una especie de gas que expulso de su boca, para acto seguido descender hasta la posición de Ramkir, con el batir de sus grandes alas había tirado al suelo al propio Ramkir y a Ogmund que también estaba cerca, con sus zarpas lanzo a un lado a Ramkir para acto seguido apresarlo entre sus afilados dientes, y creyéndolo muerto lanzarlo por el aire, su cuerpo inerte voló hasta caer lejos del combate, aunque por suerte para él aun estaba con vida, el siguiente objetivo del dragón fue Leopold, el cual sufrió por dos veces las embestidas de aquel ser, en una de ellas fue lanzado con violencia sobre el montículo de piedras de Yodri, aquel golpe hubiera partido las piernas de cualquiera, pero o bien el cinturón enano que portaba o bien el propio Yodri amortiguaron aquel golpe, pero si a algo le tenía miedo aquella terrible criatura era al martillo que portaba Ogmund, el Ghal-maraz, y ese miedo fue lo que salvo a Erwin de acabar entre su fauces, cuando ya lo tenia a punto de darle el golpe de gracia alejo su cabeza ante las arremetidas de Ogmund, haciendo que su dentellada fallara y mordiera el aire que Erwin tenia delante, y al final entre todos le fueron dañando con distintas heridas hasta que Ogmund le asesto el golpe definitivo mientras el dragón emitía un ultimo rugido de rabia antes de caer muerto.







Sin apenas tiempo para recuperarse pudieron ver como un cometa de dos colas surcaba el cielo en su dirección, y mientras pasaba por encima de sus cabezas la luz se fue haciendo más intensa, hasta volverse casi cegadora, para de golpe desaparecer, en ese momento pudieron ver a un humano de rubios cabellos y  ataviado con una brillante armadura al lado de la tumba de Yodri, todo sus ser irradiaba una suave luz, levanto uno de sus manos señalando hacía el Norte, mientras en sus cabezas se formaban imágenes de ejércitos que se preparaban para luchar, después les hablo diciéndoles que habían despertado un gran mal que el martillo había estado custodiando, y que debían llevar el martillo lo más rápido posible al Norte, a Delberz,  tras aquello la figura se desvaneció y volvieron a ver al cometa de dos colas alejarse en dirección Oeste, tenían que encontrar una forma de intentar llegar cuanto antes a las tierras de Imperio, pero de momento su camino les llevo a desandar lo andado hasta llegar aquí, deberían llegar al Valle Oculto de los elfos, allí podrían abastecerse de alimento y ver que opciones tenían.

En el Valle Oculto Melandir les recibió como amigos, aunque Leopold fue visto un poco diferente a causa de los objetos enanos que portaba, allí pudieron comer y recuperar fuerzas, y también pudieron solucionar su apremio por llagar cuanto antes a Delberz, en el valle vivían un grupo de Pegasos, estos no respondían ante nadie y eran libres de elegir sus jinetes, aunque Melandir hablo con su líder y este accedió a llevarlos cerca de su destino, al día siguiente fueron ensillados con sillas especiales para que no se cayeran de sus monturas y con las alforjas llenas y despidiéndose de forma definitiva de Melandir emprendieron viaje por los cielos del Viejo Mundo, durante diez días volaron hasta llegar a unos cuatro días de su objetivo, allí los Pegasos descendieron, habían captado el olor de la guerra y ya no seguirían adentrándose más, con un gesto de su cabeza su líder de despidió y volaron en dirección contraria. Aún quedaban un par de horas para anochecer, frente a ellos el camino principal seguía hacia el Norte y un camino secundario se internaba a lo que seguramente seria un pequeño asentamiento, un pequeño hilo de humo así lo atestiguaba, y en ese camino Leopold vio un gran cuervo negro muy parecido al que había visto en el Valle Oculto, aquel cuervo se le quedo mirando mientras lanzaba un graznido y volando se adentraba unos metros en el camino, para volver a posarse sobre otra rama y volver a graznar, que podía significar aquello..., pero no sabían que gente podría haber por aquel lugar ni de que bando estarían, por lo que decidieron seguir hacia el Norte intentando llegar cuanto antes a Delberz.




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