lunes, 10 de octubre de 2022

EL ENEMIGO INTERIOR. EL IMPERIO EN LLAMAS. Sesión 36


Sus ojos no apartaban la mirada de aquel edificio, estaba tranquilo, peligrosamente tranquilo, lo había tenido muy cerca pero el destino le había sido esquivo, su lengua se deslizo suavemente por sus labios saboreando ese momento que no se había producido, la gente después de varios días encerrados estaban ansiosos de salir del edificio, desde donde estaba los podía ver encaminarse a la parte trasera del edificio, a la zona de los caballos, a la carreta de los dos enanos, con tranquilidad se dio la vuelta y con paso largo se fue alejando del lugar, ahora no era el momento, ya llegaría el momento de saldar cuentas y pagar por lo que habían echo...


Ya juntos decidieron que subirían a hablar con Annika para ver si alguno de sus chicos había cogido el diario de la doktora, pero justo cuando estaban a punto de llamar a su puerta un enano subía las escaleras, este iba pegado a la pared, utilizándola de apoyo, aunque no le sirvió de mucho cuando Leopold intento hablar con él, el enano reaccionó asustándose, lo que provoco que cayera rodando escaleras abajo, cuando bajaron a socorrerle este ya estaba inconsciente, su cuerpo estaba empapado en sudor y su frente ardía por la fiebre, al igual que la doktora también presentaba varias incisiones en el cuello, de las cuales Ogmund pudo deducir que si eran mordiscos no eran de alguien del tamaño de un niño, y para su horror también pudo ver dos incisiones en el cuello de Ramkir, desde cuando las tenía era difícil saberlo, parecían recientes, entre varios subieron el cuerpo del enano al mismo cuarto donde estaba la doktora,  el hombre mayor que estaba cuidándola les informo que el enano se llamaba Sreluc y que se hospedaba en la cuarta planta junto a su hermano Srulem.

Tras dejar al enano pudieron hablar con Annika, esta aunque reacia accedió a hablar con sus chiquillos para ver si alguno había cogido por accidente el diaria de la doktora, y así había sido, el pequeño Trinidad que solo contaba con cinco años había cogido el diario, los dibujos que en el había le habían llamado la atención, con una sonrisa traviesa le entrego el diario a Ramkir, el diario estaba escrito en Tileano, por suerte Leopold conocía esa lengua y mientras se encaminaban a hablar con el enano para comunicarle que su hermano estaba enfermo pudo ir leyendo las ultimas paginas, en ellas la doktora llegaba a la conclusión que la enfermedad provenía de este edificio, y quien la estaba propagando era un vampiro, el cual podría estar en el sótano, mientras Leopold leía todo esto, el resto llamo a la puerta del enano, pero este sin ni siquiera abrir la puerta les grito que se marcharan de allí, que no le engañarían para salir, y que si intentaban entrar les mataría a todos, todo esto mientras se oían ruidos de estar apuntalando la puerta con algo pesado.



Sin darle importancia al enano se centraron en lo que Leopold acababa de averiguar, pero antes de bajar al sótano decidieron hacer una visita al elfo que vivía en el ático, su puerta y cerradura se veían claramente de mejor calidad, pero el elfo que allí vivía les dejo unos segundos aturdidos, Eluharath ``Cresta de Luna´´ era el primer elfo que veían con aspecto de viejo, su cabellos blancos y lacios, su piel blancuzca y acartonada, junto a unos labios muy finos y unos ojos grises apagados,  sus ropas también resultaban un tanto extravagantes, propias de las lejanas tierras de Catai, pero pese a su apariencia su voz aunque débil aun conservaba la arrogancia de los grandes nobles de su raza, pero ese porte gallardo poco le duro, en cuanto le dijeron que había un vampiro en el edificio les cerro la puerta en sus propias narices, mientras corría varios cerrojos y les amenazaba con usar su magia si intentaban entrar en su casa, y aunque por un momento pensaron en esa opción decidieron dejarlo tranquilo y bajar a investigar el sótano, pero justo cuando pasaban por la puerta del enano Leopold tubo un recuerdo, se vio en un claro en el bosque, de noche, al calor de una fogata, junto a sus compañeros y frente a él la risa de un enano, mientras brindaban con cerveza, ese enano era el mismo que habían dejado en la habitación de la doktora, y detrás de esa puerta, atrincherado estaba su hermano.

Intentaron que con buenas palabras el enano abriera la puerta, pero este estaba claro que no estaba por la labor, así que Ramkir utilizo sus poderes para hacer que la puerta de madera se convirtiera en ceniza, una vez dentro no les resulto difícil convencer al enano para que no hiciera tonterías y les contara lo ocurrido estos últimos días, por lo visto habían sido contratados por alguien que se hacía llamar El Señor de la tumba, un ser encapuchado que olía a muerte, él les había dado un liquido para dejarlos inconscientes hasta traerlos aquí, donde les pagarían una buena bolsa de coronas de oro, pero al estar encerrados sin poder salir se les había acabado ese liquido, dando paso a que se despertaran antes de tiempo, otro tema era donde estaban sus pertenencias, estaban escondidas en una carreta fuera del edificio.


De momento dejaron al enano y bajaron decididos al sótano, aquello parecía un laberinto, lleno de trastos antiguos, inservibles la gran mayoría, pero poco a poco fueron avanzando entre aquellos trastos hasta que por fin llegaron hasta donde acababa el sótano, allí pudieron ver varias sabanas viejas y manchas de un rojo oscuro, tiradas en el suelo a modo de cama, a su lado una mujer de espaldas a ellos estaba quieta delante de un espejo bruñido donde en un principio parecía que se reflejaba su imagen, aunque segundos más tarde pudieron ver que no era su reflejo lo que se veía, si no lo que parecía ser su hermana gemela, las dos mujeres eran prácticamente iguales, con claridad pudieron ver unos dientes afilados, lo que sucedió a continuación apenas duro nos segundos, Erwin, Ogmund y Leopold se abalanzaron sobre una de las mujeres mientras Ramkir intentaba utilizar su magia, entre los tres acabaron con la mujer mientras la otra intentaba influenciar a Ramkir  sin tener éxito, lo cual dio paso a que el resto del grupo acabara con ella.

Parecía que el problema de la epidemia ya estaba resuelto, que hacían esas dos neonatas de vampira en el sótano, quien las había convertido, eran preguntas que de momento no sabían las respuestas, y tampoco disponían del tiempo para indagar en ello, con todo lo ocurrido estas ultimas semanas habían perdido un tiempo valiosísimo, por suerte tanto Ramkir como la doktora Alexandra pudieron recuperarse y no sucumbir ante la enfermedad, que secuelas les podrían quedar en un futuro era algo incierto, la doktora pudo hablar con la guardia y con las pruebas que tenían al cabo de unos días sin que se dieran nuevos casos se levanto la cuarentena del edificio, como les había dicho el enano sus pertenencias estaban escondidas debajo de la leña que llevaban en el carromato, una vez bien pertrechados se prepararon a partir hacia Kemperbad, pero antes de irse decidieron hacer una ultima visita a Eluharath, este apenas pudo contener su legua y las palabras que se le pasaban por la cabeza ante los modales de ese grupo de miserables humanos, pero le daba mucho valor a su vida por lo que se mordió la legua mientras se le acusaba de tener algún trato con aquellas vampiresas o algo peor, por suerte la cosa no fue a mayores y Eluharath cerro la puerta de su vivienda con cierto aire altivo.


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