sábado, 25 de septiembre de 2021

EL ENEMIGO INTERIOR. EL IMPERIO EN LLAMAS. Sesión 23

Aun no era la hora, había aun tiempo para preparar todo, lo habían hablado y era mejor quitarse el problema antes de que pudieran ser un incordio mayor, el gran mutador recibiría hoy su sacrificio..., había que darse prisa, ya estaban allí, aquellos miserables llegaban antes de tiempo, el ritual aun no estaba preparado para invocar a todos, sus pensamientos corrían por su cabeza como la pólvora, o se marchaban o seguían adelante..., la puerta del almacén se abrió poco a poco desvelando el contorno de cuatro figuras, un suspiro escapo de su boca mientras se preparaba para ejecutar su plan...



Leopold corrió entre las calles que había cerca de los muelles, por un momento pensó que había conseguido dar esquinazo a los guardias pero para su desgracia sus pies le llevaron hasta un callejón sin salida, para cuando intento retroceder la patrulla de guardias ya estaban en la entrada, jadeantes pero con una malévola sonrisa en su cara, el intento de Leopold de convencerles para que le dejaran marchar solo sirvió para que se dieran cuenta que su acento era norteño, lo cual solo sirvió para empeorar aun más las cosas, sin ganas de que lo volvieran a capturar como en Bergsburg, a la desesperada lanzo coronas de oro donde estaban los guardias para intentar salir corriendo entre ellos, aquella distracción hizo que varios de los guardias se agacharan a recogerlas, de los que no lo hicieron uno de ellos consiguió impactar con su espada en el pecho de Leopold, causándole una fea herida, Leopold corrió sin rumbo intentando alejarse lo más lejos posible, detrás suyo se oían los gritos de sus perseguidores, casi exhausto llego hasta un patio interior de una casa en ruinas, en el patio tres extrañas figuras se calentaban al lado de un fuego, Leopold les lanzo unas monedas y busco cobijo entre las ruinas del edificio, al poco pudo escuchar como los guardias entraban, pudo oír como preguntaban a aquellos desconocidos por él, si respondieron desde luego él no lo oyó, al poco los guardias abandonaron el lugar, cuando Leopold salió las tres figuras estaban en el mismo lugar, cerca del calor de las llamas, dejándoles unas cuantas monedas más abandono el lugar, dejando atrás una sensación de intranquilidad y de temor desde que entro en aquel patio, lo que no sabría decir es si era por las tres figuras que allí había o por sus perseguidores...


Mientras, Íñigo, Erwin, Ramkir y Ogmund inspeccionaban los exteriores del almacén, sin ver nada o ha nadie extraño, sin esperar a ser justo medianoche decidieron entrar al almacén, como bien decía la nota la puerta trasera no estaba cerrada, al abrirla pudieron ver una luz encendida en medio del almacén, detrás de ella apoyada en unas cajas se podía vislumbrar el contorno de una figura humanoide, en los laterales también había cajas almacenadas, una voz proveniente de la figura que estaba en penumbras les invito a entrar y acercarse a la luz para ver que traían el dinero, con cautela avanzaron unos pasos hacia el interior pero sin alejarse mucho de la puerta, en ese momento Ramkir sintió alteraciones en los vientos de la magia, a la vez que Ogmund escuchaba en ambos laterales como si algo raspara el suelo, preparados como estaban por si aquello podía ser una trampa no fueron cogidos por sorpresa, de ambos laterales empezaron a salir seres horribles, Ramkir los reconoció como aberraciones del caos, demonios rosas, los cuales al morir se separaban en dos demonios de color azul, retrocediendo consiguieron llegar hasta la puerta para que no les rodearan, allí se hicieron fuerte acabando con ellos no sin haber sufrido diferentes heridas, Ramkir con su magia envolvió en una bola de fuego a la figura que les había hablado, cuando después del combate se acercaron a ella se dieron cuenta que esa persona debería de ser un vagabundo al que habían sacado su corazón para seguramente invocar a aquellos demonios, al lado de las cajas encontraron una trampilla que después de romperla pudieron ver que desembocaba en las alcantarillas de la ciudad, intentaron seguir el rastro de las huellas de unas cuatro personas que allí había, pero les fue difícil conseguirlo, aun así creían que dos de esas huellas habían salido al exterior cerca del puente principal que cruzaba la ciudad, siguiendo en dirección a la zona de la Catedral, sin más que poder hacer volvieron sobre sus pasos hasta el almacén donde se pudieron rencontrar con Leopold, de allí volvieron con cuidado hacía su casa donde ya tranquilos y seguros le contaron a Leopold lo ocurrido, y mientras así lo hacían Erwin y Ogmund coincidían en que esa voz que escucharon en el almacén aunque venía distorsionada tenia un claro parecido con la voz que habían escuchado esa misma mañana, la voz del hermano Dieter, el cual los había recibido en las dependencias del Lector de la Corte Metternich....



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