martes, 7 de septiembre de 2021

EL ENEMIGO INTERIOR. EL IMPERIO EN LLAMAS, Sesión 21

 El muchacho tenía las piernas arqueadas, su manos se sujetaban en las rodillas mientras todo su cuerpo intentaba recuperarse de la carrera, una carrera que bien conocía por aquellos tortuosos pasillos, una vez recupero lo suficiente el aliento como para poder hablar le describió el aspecto de la gente que había estado preguntando por él, antes de marcharse y como recompensa recibió unas monedas de aquel hombre mayor y unos golpecitos en el hombro en señal de afecto...


La noche había caído sobre aquel pequeño pueblo pesquero, los caballos los dejaron dentro de la empalizada que servía de pequeña protección para lo que el bosque pudiera esconder durante la noche, Íñigo y Leopold  se encargarían de ver si en la posada estaba el hombre que habían seguido, Ramkir vigilaría la parte donde estaban atracadas las barcazas, mientras que Erwin y Ogmund permanecerían junto a los caballos esperando acontecimientos, efectivamente aquel hombre se encontraba dentro de la concurrida posada, bebiendo cerveza junto a tres de los marineros, Leopold fue visto por un viejo amigo, Josef Quartjin, ya con unas cuentas jarras de cerveza entre pecho y espalda le atrajo hacía su grupo de donde hasta más tarde no pudo escabullirse, Íñigo aviso al resto de que tenía localizado a su objetivo, al cual no les resulto difícil secuestrar cuando junto a un marinero salieron a la parte trasera a vaciar la vejiga, un rato más tarde el marinero acabo ahogado en el río y ante el temor de que antes del alba se pudiera dar la alarma sobornaron a quien estaba de guardia en la puerta, avanzaron en la noche hasta alejarse lo suficiente de aquel lugar sin abandonar el margen del río, descansaron lo que quedaba de noche  y al día siguiente interrogaron a su presa.



Aquel hombre claramente era un miembro de la Mano Purpura, su tatuaje en la espalda lo delataba, tras varías amenazas consiguieron sonsacarle que venía de Nuln, llego junto con los tres barriles de pólvora para entregarlos a un miembro de la secta, de nombre Karl, era alguien que había estado y había escapado a lo ocurrido en los carnavales de Middenheim, apenas había hablado con el tal hermano Karl, el primer día para entregarle los barriles y la noche de antes de la explosión, donde le dio unos polvos que debía mezclar con los alimentos para tres hombres que viajarían con ellos de vuelta a Nuln, pero no llego a hacerlo ya que cuando estaban a punto de abandonar Altdorf se levantaron las cadenas del puerto y no pudieron salir, aquellos hombres se lanzaron al agua y nadaron hacia los muelles del sur, desde entonces no los había vuelto a ver, ni a ellos ni al hermano Karl, la secta era tan paranoica que se comunicaban intentando no mostrar sus identidades, más aun después de lo sucedido en Middenheim, sin más información que poder sonsacarle fue pasado a cuchillo y como muchos otros su cuerpo acabo en el  Reik para alimento de los peces.

Durante el resto del día cabalgaron de vuelta a Altdorf, cuando llegaron pudieron ponerse al día de lo ocurrido en los dos días que habían estado fuera, el Príncipe heredero Wolfgang Holswig-Abenauer se había autoproclamado protector de la ciudad, y ante la incapacidad de su tío había cogido el mando, había decretado la Ley Marcial, nadie salvo la guardia podía portar armas y desde una hora después de anochecer hasta el alba estaba prohibido andar por la ciudad, además había decretado a Götz von Bock como comandante de la tropas de Altorf, las cuales avanzarían hacía el norte para enfrentarse a los fuerzas de Middenland, todo esto fue confirmado al día siguiente en la entrevista que mantuvieron con la Gran Indagatrix, por lo poco que había visto al Príncipe heredero, tenía aspecto de ser un joven  simplón entrado en kilos y con un semblante muy pálido, rodeado en todo momento de sus asesores y del capitán de la guardia del castillo Reikguard, todo aquello había cogido de improvisto a la Corte Imperial, nadie esperaba la llegada del Príncipe, ni las consecuencias que podrían acarrear, tras abandonar el templo de Morr aprovecharon la tarde para visitar al Doktor Fassbinder, tras acercarse a la zona de la Universidad y preguntar por fin pudieron llegar hasta sus dependencias en el sótano de la Universidad de Historia, en un tortuoso ir y venir de corredores, pero la habitación estaba vacía, el Doktor no se encontraba en ella, Ramkir pudo intuir por los papeles que había dispersos que estaba interesado en las distintas sectas que había en el Imperio, durante todo el tiempo que por allí estuvieron Leopold se sintió intranquilo, observado, pero no pudo encontrar ninguna razón papa ello, sin nada mas que hacer allí regresaron a su casa, cuando llegaron Simón les entrego una carta que había llegado esa tarde, el sello con la forma del cometa de Sigmar dejaba intuir de que se podría tratar, habían sido convocados para una reunión mañana por la mañana en el Palacio Real con el Lector de la Corte y confesor del Emperador.


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