Tras varios días de viaje poco a poco sus pasos les habían llevado hasta el paso que les permitiría cruzar las temibles Montañas del Fin del Mundo, los primeros copos de nieve ya caían sobre sus cabezas pero nada que ver cuando dentro de unas meses el paso quedará prácticamente cerrado por las nevadas y el frío, abrigados con pieles enormes copos de nieve caían lentamente posándose con suavidad sobre el solitario camino que transitaba por aquel salvaje paraje, caminaban intranquilos, nunca antes habian estado tan al Norte y nunca antes habían visto un lugar tan inhóspito como las Montañas del Fin del Mundo.
Sus cavilaciones fueron súbitamente interrumpidas por el pifiar de sus corceles, a unos metros de su posición había un grupo de sacerdotisas fuertemente armadas, cubiertas de sangre, la escena helaba la sangre, varias de ellas parecían terriblemente despedazadas por algún animal salvaje, o quien sabe por qué, con precaución se acercaron a donde estaban las mujeres, en el suelo había huellas de un gran oso, las sacerdotisas estaban todas muertas menos una, Sonja Ivanova, gemia dolorosamente mientras se debatia entre la vida y la muerte, gracias a la ayuda de Ogmund la pudo estabilizar hasta que recuperando un poco la conciencia les pidió que la ayudasen, que llevaran a sus hermanas al cercano pueblo de Morton y que acabarán con el gran Oso Blanco, recogieron también los enseres que portaban antes de ser atacadas por el gran Oso Blanco, entre ellos había una gran libro antiguo que por título rezaba ANTIGUOS DIOSES DEL NORTE, Erwin lo pudo mirar cuando Sonja descansaba camino del poblado de Morton, ya que cuando esta estaba despierta no le quitaba ojo, el libro hablaba sobre los espíritus Laedstef, antiguos espíritus que habían venido del Norte, y que habían sido encerrados o de algún ritual para hacer algo con ellos, en el poco tiempo que dispuso para ojear el libro no pudo sacar mucho mas en claro.
Tras una media hora de camino por fin llegaron al poblado de Morton, allí los aldeanos les recibieron amablemente, fueron llevados hasta el centro del pueblo, donde una mujer ya entrada en años les esperaba a la puerta de su cabaña, al parecer era la líder espiritual del poblado, Yulenka Petrova, a la que Ogmund pudo reconocer como una Bruja del Hielo, sin apenas mediar palabras hizo pasar a Sonja al interior de la cabaña y junto a ella a Erwin, tras desnudarla para lavarla y recubrir sus heridas con una pasta machacada a base de hierbas la envolvió con gruesas pieles, junto al cuerpo de la mujer desnuda hizo que se acostara Erwin, el calor de su propio cuerpo ayudaría a Sonja a pasar la noche, el frío del invierno había penetrado en su interior, si la fortaleza de Erwin conseguía mantenerla caliente venceria al frío que recorría su cuerpo, si no ambos sucumbirian ante el.
Mientras, fuera de la cabaña Nikkit y Ogmund observaban como los aldeanos preparaban los cuerpos de las otras cinco sacerdotisas para alguna especie de ritual funerario, al parecer el grupo de sacerdotisas llevaban un tiempo merodeando por la zona buscando algún lugar, de vez en cuando habían pasado o dormido en el poblado, mantienen una buena relación con Yulenka, la cual antes de la caída de la noche realizó los ritos funerarios quemando en una gran pira los cuerpo de las cinco sacerdotisas muertas, Ogmund y Nikkit descansaron esa noche en una de las cabañas de los aldeanos, junto a una familia que les trato como a uno mas de la unidad familiar.
Al día siguiente el cuerpo de Sonja presentaba claros síntomas de mejora, su color de piel a diferencia del pálido de la noche anterior ahora era mas bronceado, de sus heridas no quedaba ni rastro y su respiración era mas sosegada, Yulkenka hizo levantarse a Erwin y dándole la ropa le indico donde descansaban sus amigos para que se juntara con ellos, justo llego a tiempo para desayunar una gachas junto a ellos mientras se ponían al día de lo sucedido, apenas habían acabado de desayunar cuando la puerta de la cabaña fue abierta de golpe, en ella se recortaba la silueta de Sonja, ya recuperada, con espada en mano les exigió que le dieran el libro que portaba cuando las encontraron en el camino, sin discutir se le fue entregado, ya mas tranquila les abordo para ver si la ayudarían a cazar al oso que les había atacado, ante la existencia de que les contara que estaba pasando y que tenía que ver en ello el oso y el libro, decidió contarles que el oso era un espíritu antiguo que había sido liberado de su cautiverio, esto estaba profetizado en el libro, por eso habían viajado hasta aquí intentando encontrar el sitio donde reposaba el espíritu de Beorg y el de sus cinco lugartenientes, si eran liberados la muerte se cernía a su paso, en tiempos antiguos varias Brujas del Hielo habían conseguido encarcelar sus espíritus en plata fundida en algún lugar donde el calor los mantuvieran encerrados, la única forma de eliminarlos era mediante armas de palta o mágicas, o volviendo a meter al espíritu en la plata líquida o inmolarse con el espíritu dentro, tras meditarlo un poco decidieron ayudar a Sonja.
Tras pertrecharse se internaron en el bosque buscando huellas de la bestia, el primer día sus esfuerzos no encontraron su recompensa, salvo a última hora de la tarde, encontraron unas huellas erráticas de pies humanos, siguiendolas dieron con un aldeano con signos de haber sido atacado por algún animal, estaba exhausto y con una fiebre alta, le indicaron el camino que debía seguir hasta llegar al poblado, pero como mas tarde averiguaron nunca alcanzo el poblado, o bien cayo exhausto antes de llegar o se perdió por el camino, Sonja también les informo que durante los últimos días que habían buscado por el bosque habían encontrado rastros de un grupo de hombres bestias, quizás fuera casualidad o tuvieran algo que ver con el Laedstef, justo antes de caer la noche por fin Nikkit encontró rastros que podrían permanecer al oso, avanzaban en dirección Norte, de noche poco mas podria hacer, asi que decidieron volver al poblado a descansar y seguir mañana desde ese punto.
Después del merecido descanso a primera hora partieron hasta el punto donde el día anterior habían encontrado las huellas, junto a ellos varios grupos de aldeanos también salieron a buscar a los aldeanos que días anteriores no habían vuelto, tras rastrear la zona fueron avanzando hasta que encontraron las pisadas de cuatro personas que caminaban hacia el Norte, nada extraño salvo que un poco al lado de esas huellas había huellas de dos personas que habían regresado corriendo, decidieron seguir las huellas de las cuatro personas para ver que había sucedido, varios cientos de metro mas adelante pudieron ver un cuerpo ensangrentado de un aldeano tirado en el suelo, y a su lado de rodillas otro aldeano, cuando se acercaron este ultimo se giro asustado, tras hablar con el les contó que de repente un gran oso blanco cargo contra ellos, los cuatro salieron corriendo pero el tropezo y cayo al suelo, su amigo dio media vuelta para ayudarle, pero en ese momento una gran zarpa le rozo la cara para después lanzar por los aires a su amigo despedazandolo cuando cayo al suelo, horrorizado corrió para esconderse entre los árboles, hasta que cuando ya no se oía nada pudo salir de su escondite y acercarse a ver a su amigo, en su cara aun se apreciaba el terror que había sentido, alrededor se podían ver huellas de un gran oso, dejando al aldeano empezaron a revisar las huellas intentando ver que dirección había seguido cuando de repente Erwin noto como algo apretaba su hombro, la presión fue en aumento hasta notar como la armadura cedia, abriéndose ante la fuerza de unos colmillos que llegaron hasta su carne dejando ver su propia sangre resbalar por su brazo, al girarse la escena que contemplaron fue horrorosa, el aldeano se retorcía en movimientos antinaturales, su cara aun conservaba rasgos humanos, pero tenía un gran hocico como un oso,con puntiagudos dientes, ante la sorpresa de todos el aldeano en cuestión de segundos se había transformado en un gran oso blanco, alzándose sobre sus patas traseras emitió un gran grito que helo la sangre de todos aquellos que lo escucharan....
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