lunes, 19 de noviembre de 2018

EL ENEMIGO INTERIOR. ALGO HUELE A PODRIDO EN KISLEV. Sesión 8

Braag mirara con atención el circulo de piedras que tenía delante, desde que había tenido la suerte de encontrar aquella tumba de los Dioses Oscuros todo había cambiado, los propios Dioses habían guiado sus pasos otorgándole sus bendiciones y colmandolo de poder, habían guiado sus pasos hasta aquel lugar inhóspito, un lugar casi inaccesible en las Montañas del Fin del Mundo, con cada día que pasaba mas hombres bestias y mutantes se unían bajo sus ordenes, algo estaba cambiando en el Norte, los vientos traían tiempos de guerra y destrucción...


El gran Oso blanco rugió mientras se lanzaba contra Erwin, Nikkit corrió tan rápido como pudo hacia Erwin y el Oso para ayudar a su amigo, mientras Ogmund y Sonja permanecían aun paralizados ante lo que sus ojos habían presenciado, por suerte Erwin pudo esquivar uno tras otro los zarpazos y bocados del Oso a la vez que con su espada le iba infringiendo cortes por todo su cuerpo, Nikkit se les unió poco después, al igual que Sonja y Ogmund, suerte o quizás el favor de los Dioses, pero el Oso no consiguió herir a ninguno de ellos, sintiéndose acosado y malherido intentó huir del combate pero en un ataque desesperado para que no escapase Ogmund consiguió atravesar uno de sus flancos con su espada, hundiendo toda la hoja en su cuerpo, este con un gran rugido de dolor cayó en el suelo muerto, en ese momento su cuerpo empezó a retorcerse hasta volver a tener la apariencia del aldeano que unos minutos antes habían encontrado, su cuerpo sin vida estaba lleno de heridas, entonces pudieron presenciar como de su cuerpo emergió un espíritu lleno de odio y frustración, el cual se deshacía en guijarros de aire que se perdieron hacia el Norte.

Mientras aún recuperaban el aliento pudieron escuchar pasos de alguien que venía corriendo, del bosque nevado emergió un aldeano que gritando y moviendo los brazos les pedía que no atacaran al Oso, el hombre decía llamarse Torkel, el Profeta,   los Antiguos Dioses estaban volviendo y le habían hablado, colmarían de regalos a sus siervos, el Oso protegía al poblado de Morton de los Hombres Bestias, el tenía también el mordisco del Oso al igual que Erwin al que llamaba hermano, como a todos aquellos que se unieran a ellos, cuando todos vieran el resurgir de los Antiguos Dioses todos se unirían a ellos.

Al parecer el aldeano conocía la ubicación de un lugar antiguo, donde los Antiguos Dioses le habían guiado, quizás podría ser lo que estaban buscando, con halagos se unieron a el para que les guiase a aquel lugar, tras un par de horas de un arduo ascenso Tokel hizo un alto para que tanto Nikkit como Ogmund fueran iniciados en el nuevo credo, arrodillados con el torso desnudo fueron marcados con el mordisco del Oso, el cual lo realizo Torkel con un cuchillo, tras ello ya eran todos hermanos, listos para recibir a los Antiguos Dioses, tras caminar otra media hora por fin llegaron, ante ellos un acantilado de unos cuarenta metros, debajo podían ver los restos de lo podría haber sido un templo, rodeado por uno de sus lados de un río que nacía de unos cascadas que de formaban en el mismo acantilado, desembocando en un pequeño lago a los pies de las ruinas, del cual emergían vapores, tras una mirada de complicidad entre ellos,  Nikkit y Ogmund atacan con sus armas a Torkel, pero sus armas atraviesan el cuerpo como si de aire se tratara, pero Torkel asustado ante el ataque retrocede perdiendo pie en el borde del acantilado, pero en vez de caer su cuerpo permanece flotando en el aire, su cara refleja aun el horror de haberse visto atacado por sus propios hermanos y horrorizado desciende hacia el valle para luego salir corriendo huyendo de ellos, sin ni siquiera darse cuenta que es un espíritu, tras la imposibilidad de poder bajar por allí empiezan a caminar por el acantilado hasta dar con una parte menos elevada consiguiendo descender al valle.





Según se adentran en el descubren un antiguo camino medio enterrado entre la vegetación y la nieve, aun se puede apreciar alguna que otra baldosa, a la derecha del camino solo quedaban los restos de los cimientos de lo que había sido una casa, delante de ellos el río que nacía de la cascada del acantilado cruzaba el camino que llevaba hasta la pequeña elevación donde habían visto los restos de lo que podría haber sido un templo, un único vado cruzaba el río, a la izquierda el río se remansaba en un pequeño lago, en el lugar se percibía un extraño olor, mientras caminaban hacia el vado Nikkit escucha como unos guijarros se desprendían de alguna roca y iban a parar al lago, intenta aguzar su vista hacia el lugar donde aquello había sucedido pero no observa nada extraño, en cambio Ogmund si que le pareció observar que durante un momento algo brillaba en aquella zona, quizás algo metálico, también pudo observar una grieta en la pared del acantilado cerca de donde se encontraban, con cautela se acercar y encendiendo una antorcha penetran en ella, la grieta de unos dos metros de ancho se adentraba unos ocho metros, al fondo lo único que encontraron fue un secadero de hojas, todas eran de la misma especie, pero desconocían que tipo de hoja era, tras revisar la grieta volvieron a salir al exterior, para su asombro un grupo de ocho hombres bestias peinaban la zona de las ruinas, mas a lo lejos, al otro lado del lago había otro hombre bestia ataviado con extraños ropajes, acompañado con uno mucho mas grande que el resto, en cuanto fueron descubiertos los hombres bestias empezaron a correr hacia ellos, Erwin y Sonja les esperaron en su parte del vado, donde podrían hacerse fuertes mientras los hombres bestias lo intentaban cruzar de uno en uno, mientras Nikkit y Ogmund agazapados entre las ruinas de la antigua casa utilizaban sus hondas para ir derribando a dos de los hombres bestias que cayeron muertos rodando por la ladera hasta el río, todo el plan funcionaba hasta que algo extraño ocurrió, de repente el hombre bestia que era mas grande desapareció de donde estaba para aparecer a la espalda de Nikkit y Ogmund, soltando sus hondas empuñaron sus armas y empezaron a combatir contra su nuevo adversario, al cual gracias a su superioridad numérica mantuvieron a raya, a la siguiente que le sucedió lo mismo fue a Sonja, un hombre bestia aparecieron junto a ella enzarzándose en un combate cerrado, Erwin se mantuvo firme en su defensa del vado, siendo cargado por un hombre bestia mientras otro se materializaba a su espalda, en el otro lado del lago se podía escuchar los gritos guturales del que parecía ser el jefe de los hombres bestias, por suerte para Erwin de momento gracias a sus dotes de guerrero los mantenía a raya, pero poco a poco les iban rodeando por lo que todo podía cambiar en cuestión de segundos...



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