sábado, 25 de diciembre de 2021

EL ENEMIGO INTERIOR. EL IMPERIO EN LLAMAS. Sesión 32

Diederick Kastner, un bastardo nacido de una violación en una incursión de una tribu de Norscan en las tierras de Nordland, su propio padre un Campeón de la tribu de los Varg lo repudio al ser un bastardo, tras la muerte de su madre y el odio de su padre por sus orígenes bastardos, un joven sacerdote lo acogería y lo adoctrinaría en la fe de Sigmar, luchando valiente y fielmente al servicio de Sigmar, pero aquello cambio, su destino no era estar al lado de Sigmar, un destino mucho más oscuro le estaba preparado, un destino que haría temblar a todo el Imperio, un destino que aun estaba por llegar..., su solo nombre seria temido en todo el Imperio, sería conocido como Archaon El Elegido.


El fuego se iba extendiendo por esa parte de la ciudad, las llamas danzaban alegremente de casa en casa, los sectarios que salían ardiendo del almacén también se encargaban de que el fuego fuera propagándose con rapidez por más partes de la ciudad, a su vez las calles se empezaban a llenar de un humo que hacía que hasta el respirar fuera algo complicado, pero en el centro de aquel infierno nuestros héroes se enfrentaban a un adversario complicado de doblegar, aunque estaban más que dispuestos a que esta vez no se les escapara entre los dedos, Ogmund y Leopold lo tenían delante de ellos, a unos escasos veinte metros, Karl-Heinz Wasmeier irradiaba un aura que solo alguien de una gran voluntad podía hacer frente, y Ogmund desde luego que la tenía, sabía que solo tendría una oportunidad para intentar invocar la ayuda de Sigmar y acabar con Wasmeier, y quizás las prisas fueron las que le jugaron una mala pasada, algo en la invocación fallo y no pudo encontrar ese hilo que le hacía conectar con su Dios y canalizar su poder, Leopold se coloco delante de él para protegerlo de posibles ataques, y aunque le pudo defender del ataque de varios sectarios no pudo hacer nada ante la magia de Wasmeier, este moldeo el humo que había a su alrededor creando varios puñales oscuros que volaron hacia el sacerdote atravesándolo, y aunque aguanto con bravura el primer envite al segundo su cuerpo dijo basta y cayo al suelo perdiendo la conciencia, mientras tanto Leopold conseguía defenderse de los sectarios que lo habían rodeado, su brazo derecho ya colgaba inerte, la magia lo había dejado así, aun así mientras se defendía con su escudo también iba golpeando a sus enemigos con el, y aunque muy mal herido aun aguantaba de pie, aunque su final cada vez estaba más cerca, pero el que aguantara en pie al final fue crucial para lo que ocurrió después, ya que sin su acto de valor Íñigo no hubiera podido atacar a Wasmeier y a su acompañante por la espalda...


Íñigo al igual que el resto escucharon los gritos de Leopold avisando que el hermano Karl estaba saliendo del almacén por la puerta trasera, con rapidez se fue moviendo hacía allí, ataviado con la capa negra le fue fácil pasar desapercibido del resto de sectarios que huían de aquel lugar perseguidos por los incineradores de Tzeentch, por suerte ninguno de estos demonios se percato de su presencia, cuando llego a la esquina del almacén miro la escena que tenía ante él, Ogmund ya había caído y Leopold a duras penas aguantaba de pie, Wasmeier y su acompañante miraban la escena dándole la espalda, era su momento, en su estoque había untado la ultima de las dosis que le había quitado al cuerpo del asesino, y aunque en ese momento no lo sabía aquello les iba a salvar la vida a todos, cogiendo aire se preparo para cargar por la espalda pero sus piernas no se movían, no era miedo ya que sabía que después de su ataque quizás lo siguiente que llegaría seria su muerte, estaba más que preparado para recibirla con los brazos abiertos, pero no era aquello lo que no le dejaba moverse, era algo más extraño, algo que nuca había experimentado, hacía que todo pasara lentamente y que fuera un simple espectador, veía como Leopold seguía recibiendo más golpes y su sangre iba salpicando el suelo mientras Wasmeier y su acompañante empezaban a irse del lugar, o lo intentaba ahora o todo estaría perdido, quizás el recuerdo de su madre o la esencia que aun quedaba de ella en su estoque hizo que aquella sensación desapareciera, con sigilo se movió hasta Wasmeier sin que nadie se percatara y con un ataque preciso consiguió que su estoque golpeara su cuello, pero apenas le hizo un rasguño del que salió un fino hilo de sangre, pero lo suficiente para que el veneno que impregnaba su estoque se mezclara con su sangre, aquello hizo que Wasmeier se girara entre asombrado y furioso por aquel ataque inesperado, su compañero al que llamo Diederick también se giro dispuesto a atravesarlo con su espada, aunque no fue necesario, Wasmeier extendió su mano hacía Íñigo para luego cerrarla con brusquedad, Íñigo empezó a retorcerse de dolor mientras una sensación de vacío inundaba su cuerpo, parecía que alguien estuviera extrayendo su alma, en apenas unos segundos su cuerpo yacía tendido en el suelo como un cascaron vacío, unos segundos antes Ramkir había llegado hasta el  lugar desde una calle lateral, había presenciado el sacrificio de sus compañeros, sabía que el hechizo que estaba a punto de conjurar acabaría con la vida de Leopold, aparte de poder meterle en problemas, pero sabía que tenía que intentarlo, recogiendo todos los vientos de la magia que pudo consiguió domarlos a su gusto y una gran columna de fuego se materializo donde estaba Wasmeier y a su alrededor, pero para su asombro este parecía que no sufría ningún daño, no así los sectarios, que caían al suelo entre gritos de dolor, Leopold también sucumbió ante las llamas de su amigo, Diederick también se retorcía de dolor pero permanecía de pie, ¿ quien era Diederick ?, para Wasmeier debería de ser alguien al importante ya que con su magia lo saco de aquel infierno para acto seguido decirle que se fuera de allí, que ya sabia con quien tenia que ir, que su destino era mucho más importante que todo aquello, que él ya acabaría con aquella escoria y se reuniría con él, este tras unos segundos de confusión hizo lo que le habían ordenado y se escabullo entre las calles llenas de humo, en ese momento Wasmeier solo tenía una cosa en su cabeza, quemar a aquel hechicero brillante, con un movimiento de su mano su cuerpo empezó a levantarse del suelo hasta sobrepasar la altura de los tejados, desde allí podía ver con claridad a a Ramkir, a la vez que este ascendía Erwin llegaba hasta la escena, por desgracia salvo intentar auxiliar a sus amigos poco podía hacer, Wasmeier no estaba a su alcance, aunque si bajaba estaría preparado para atravesarlo con su mandoble.

A la desesperaba y mientras buscaba un lugar donde alejarse de su vista,  Ramkir conjuro varias bolas de fuego que fueron impactando en Wasmeier sin apenas causarle daño, una mueca de perversa maldad se refregaba en su rostro mientras se preparaba a darle a Ramkir de su propia medicina, pero cuando estaba a punto de moldear los vientos de la magia un rictus de dolor se reflejo en su rostro, aquello hizo que perdiera el control de los vientos de la magia, furioso volvió a intentarlo pero esta segunda vez el dolor fue más intenso, haciendo que de su boca emanaran hilos de sangre, su cuerpo se retorció mientras emitía un grito de agonía, su cuerpo empezó a caer al vacío, golpeando con fuerza contra el suelo, rebotando en él varias veces, Erwin con un ataque preciso le separo la cabeza del cuerpo, conservando su cabeza como prueba, ya que el resto del cuerpo empezó a hincharse hasta que exploto, Ogmund había recuperado la conciencia justo para ver como el cuerpo de Wasmeier caía del cielo, aunque mal herido ayudo a Erwin y Ramkir a alejar del lugar los cuerpos de Íñigo y Leopold, a los que  pudieron reanimar para con rapidez abandonar aquel lugar, el fuego y el humo inundaban esa parte de la ciudad, con gran esfuerzo consiguieron llegar hasta la capilla de Morr, donde como bien les había prometido la Gran Indagatrix Inga les estaría esperando, con rapidez curo sus heridas mientras estos le explicaban lo sucedido, tras evaluar la situación abandonaron la capilla de Morr para recoger el cuerpo del Capitán del Príncipe y dirigirse a Palacio, cerca del rio la gente había empezado a hacer una cadena para llevar cubos de agua hasta el fuego, pero toda esa parte de Altdorf estaba en llamas, hasta las primeras horas del alba el fuego no pudo ser controlado, miles de personas perecieron esa noche y de los que sobrevivieron la mayoría se convertirían en vagabundos...


En Palacio pudieron entrevistarse con el Campeón del Emperador, al que relataron todo lo ocurrido aquella noche, este tomo buena nota de ello, días más tardes pudieron enterarse que entre los guardias del Príncipe encontraron a un par más con el tatuaje de la Mano Purpura, pero ni el Príncipe ni nadie de sus asesores lo tenían, también pudieron averiguar que el tal Diederick Kastner era un templario de Sigmar que llevaba desaparecido varias semanas..., desde el Palacio se podía ver parte de la ciudad, el humo ascendía en grandes columnas mientras el fuego se iba apagando al no encontrar nada más que poder consumir, el alba trajo una ligera brisa, mientras contemplaban aquella escena, cada uno sumido en sus propios pensamientos una voz conocida les interrumpió, - señor Erwin, me ha resultado difícil encontrarles, les traigo un mensaje...,- cuando se giraron, ante ellos pudieron ver la cara conocida de su ayudante de cámara Simon Helmholtz...

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