sábado, 4 de diciembre de 2021

EL ENEMIGO INTERIOR. EL IMPERIO EN LLAMAS. Sesión 31

Las horas iban pasando lentamente, ya habían pasado varias desde que se había producido aquella desgracia, se había intentado todo lo posible pero nada había servido para mitigar aquella situación, todo hacía pensar que antes de que llegara un nuevo día todo habría acabado, que podía suceder o que consecuencias podría conllevar aquello era toda una incógnita, una oscura y peligrosa incógnita...



La noche ya hacía tiempo que había caído sobre la ciudad, Íñigo espera escondido entre las sombras algún movimiento sospechoso alrededor del Palacio, pero este no se había producido, la medianoche cada vez estaba más cerca, en silencio abandono su posición y con precaución abandono aquel lugar para dirigirse a la otra parte de la ciudad, pero al poco de alejarse del Palacio sus atentos ojos vieron como al final de la calle una sombra se deslizaba por la fachada del edificio hasta la calle, aquello no podía suponer nada bueno, por lo que sin pensarlo mucho y espada en mano salió corriendo hacía aquella sombra, en su carrera fue capaz de esquivar dos de los cuatro cuchillos que empezaron a volar en su dirección, por suerte los dos que consiguieron impactarle no le causaron mucho daño, después el combate apenas duro unos segundos, un golpe certero de Íñigo atravesó el pecho de aquel asesino acabando con rapidez con su vida, un tatuaje de Khaine atestiguaba la profesión que aquel hombre tenía,  sus armas y un par de dosis de lo que parecía un veneno era lo único que llevaba encima, sin tiempo que perder se dirigió al punto de encuentro, cuando llego hasta el lugar de encuentro no había ni rastro de sus compañeros, por lo que se dirigió hasta donde en teoría se iba a producir el encuentro entre los sectarios, el barrio era un barrio pobre, lleno de casas o chabolas a punto de derrumbarse, en esa parte de la ciudad no se veían patrullas de guardias, se podía ver a gente en la calle intentando hacer más llevadero el calor sofocante que aun de noche caía sobre la cuidad, en su camino por esas calles pudo escuchar como un grupo de gente se arremolinaba en una casa  mientras chillaban venganza por la muerte de algún miembro conocido, como bien pudo averiguar después sus compañeros en el camino hasta la plaza de la fuente de cobre se habían encontrado con un grupo de matones del lugar, y Leopold se había encargado de atravesar el cuello al gordo que llevaba la voz cantante y que no paraba de amenazarles, aquellas amenazas le habían salido caras, de un solo tajo, Leopold había acabado con sus bravatas, el resto de matones al ver aquello habían salido corriendo para salvar sus vidas, Íñigo se encontró con sus compañeros mientras estaban escondidos mirando lo que estaba pasando en la plaza.


Con la llegada de Íñigo y la facilidad con la que este podía pasar desapercibido pudieron averiguar los signos que se hacían la gente que acudía a la reunión en el viejo almacén, en cada una de sus tres puertas había apostados tres hombres encargados de certificar aquello, incluso a alguno le hacían que mostrara su tatuaje de la mano purpura, mientras Íñigo averiguaba aquello, Ogmund acompañado por Leopold se encargaron de buscar por las alcantarillas si había alguna entrada al almacén, pero su búsqueda no obtuvo ningún resultado, poco a poco el goteo de gente que llegaba fue disminuyendo hasta que cerraron las puertas, quedando un hombre vigilando cada puerta, aquello fue aprovechado por nuestros héroes para acercarse a cada una de las puertas acabando con sus vigilantes sin apenas hacer ruido, Leopold y Ogmund se encargaron de la puerta trasera, Íñigo de la puerta lateral y Erwin de la delantera, mientras que Ramkir desde una posición más alejada controlaba la zona de Íñigo y Erwin, como habían planeado rociaron todo el almacén con aceite para quemar y prendieron fuego al almacén, de dentro llegaban voces un poco subidas de tono, los allí presentes no parecían dispuestos a que un norteño fuese el nuevo líder de la secta, más aun cuando alguien importante de la Corte Imperial era la otra opción, incluso la opción de entregar a Karl a los guardias podría aun más afianzar a esa otra persona, pero lo que sucedió después de aquellas palabras nadie lo sabe, el fuego ya consumía gran parte del almacén y los gritos de dentro del almacén llegaban al exterior, a la vez que los vientos de la magia sufrían una alteración de las puertas del almacén empezaron a salir sectarios envueltos en llamas, algunos tropezaban con sus compañeros muertos cayendo al suelo, mientras otros corrían huyendo de aquel lugar perseguidos por varios incineradores de Tzeentch , con rapidez el fuego iba saltando de casa en casa propagándose por esa parte de la ciudad y llenado el lugar de un humo denso, una parte del almacén se había venido abajo a causa del fuego mientras por la puerta trasera un hombre vestido con hábitos rojos  empezaba a abandonar aquel lugar protegido por varios sectarios, ese hombre con ropajes rojos era una persona bien conocida para Ogmund, su rostro enjuto parecía más una calavera que la de un ser vivo, pero aun así a quien tenía Ogmund y Leopold delante era el hermano Karl, aunque su nombre verdadero era Karl-Heinz Wasmeier, el antiguo juez de Middenheim...





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