lunes, 10 de julio de 2017

EL ENEMIGO INTERIOR. MUERTE EN EL REIK. Sesión 8.

La noche caía sobre las calles de Kemperbad, la gente se encaminaba hacia las distintas posadas que en ella había, después de un duro día de trabajo no había mejor recompensa que reunirse con los amigos alrededor de una mesa abarrotada de jarras de cerveza, al lado de un buen fuego donde poder escuchar historias de los tiempos antiguos, pero no todos se podían permitir el relajar sus mentes de los problemas que les preocupaban, entre ellos estaban nuestros tres viajeros que encerrados en una habitación de la posada de El Séptimo Mar discutían que plan seguir para dar caza a la Hechicera Etelka y su cómplice, tras varias horas decidieron no esperarles en Kemperbad y salir a su encuentro, de momento viajarían remontando el río Stir hasta llegar a la aldea de Unterbaum, una vez allí y dependiendo que consiguieran averiguar decidirían que hacer.

A primera hora del día prepararon todo lo necesario para la travesía, pero antes de zarpar Erwin sugirió que conocía a alguien que quizás podría darles información sobre Etelka y de quienes la podían haber acompañado, el hombre al que se refería Erwin era Luigi Belladona, un rico comerciante que sin ser noble y permanecer al consejo de los 13 ostentaba un gran poder en la ciudad, encontraron su mansión en la parte noble de la ciudad, un escudo de Tilea le delataba, tras hablar con los guardias apostados en la entrada y acompañados por un mayordomo fueron llevados a una sala de espera, después de esperar diez minutos el señor Luigi junto a dos hombres fornidos hicieron acto de presencia, el señor Luigi era un hombre entrado en años y en kilos, vestido con las mejores telas y mejores joyas dejaba claro su estatus de poder en la ciudad, tras escuchar que perseguían a Etelka por orden de los Enanos de las Montañas Negras dejo bien claro que esa historia era difícil de creer, pero que por asuntos con el antiguo tutor de Erwin al que tenia un gran respeto les contó aquello que querían saber, a fin de cuentas nada en Kemperbad escapaba a los oídos o ojos de Luigi Belladona, Etelka había partido a caballo junto a un hombre que la acompañaba y con dos guardaespaldas hacía las Colinas Áridas, tras esta productiva charla y con el buen sabor de unas copas del mejor Brandy que habían probado nunca, abandonaron la mansión del Señor Luigi en dirección a su barcaza para viajar con la máxima rapidez hacia Unterbaum, tras cuatro días de viaje rodeados de paredes escarpadas a ambos lados del río llegaron a un gran lago desde donde el río Narn caía en una gran cascada de mas de 150 metros de altura, envolviéndolo todo con una espuma que empapaba a cualquiera como en un día de lluvia, en el lado Este del lago un sistema de esclusas permitía a los barcos subir y bajar hasta el río Narn pudiendo salvar los mas de 150 metros de desnivel, mientras en el lado Norte del lago en una ensenada dos mujeres de mediana edad saludaban a los viajeros mientras cosían cuero para fabricar una canoa, tras acercarse a ellas y preguntarles por la aldea de Umterbaum estas les dijeron que eran de allí y que allí podrían tener un lugar donde poder comer y descansar, así que tras dejar amarrada la barcaza en la ensenada Erwin, Ogmund, Nikkit y Wanda partieron junto a ambas mujeres hacia la aldea, tras adentrarse en la cueva y subir por unos largos escalones llegaron a la cima de los acantilados desde donde se podía contemplar una imagen de la cascada cayendo hacia el lago, pero sin apenas tiempo para deleitarse de la imagen marcharon por una senda a través del bosque en dirección hacia la aldea, una vez en ella la gente les acogió con gran alegría y amabilidad, era una aldea de agricultores, aun afianzados en las antiguas religiones como así lo demostraba que todas las cabañas estaban orientadas alrededor de un gran árbol, fueron llevados hasta el Anciano del pueblo, Vorster y su guía espiritual el druida Corrobreth, tras darles de comer y charlar con ellos amigablemente en todo momento les desaconsejaron viajar a las Colinas Áridas, en ellas había un lugar maldito, mancillado por el Caos, La Cuenca del Diablo, aunque si al final su decisión era firme Corrobreth se presto a servirles de guía, también  les confirmo que hacia unos días había visto al grupo como el que estaban siguiendo pasar cerca del poblado en dirección a las Colinas, tras pensarlo decidieron no viajar a las Colinas Áridas y intentar tenderle una trampa a su regreso, para ello Corrobreth y Wanda vigilarían la parte Norte del río Stir y Erwin, Ogmund y Nikkit esperarían en la parte sur, en la posada que controlaba las esclusas y el Ferry, durante el primer día nada ocurrió salvo el transito de gente que iba de paso hacia uno u otro de los ríos, pero el segundo día a mitad de mañana mientras Nikkit estaba de guardia en la habitación que tenia vistas hacia el camino pudo ver a lo lejos a un grupo de cuatro personas y tres caballos, mientras se acercaban pudo distinguir que uno de ellos era una mujer rubia, con rapidez bajo a la posada donde estaban Ogmund y Erwin, tras comunicarles lo que había visto prestaron mas atención a la ventana, cuando estaban a unos cientos de metros pudieron distinguir con claridad a dos hombres que parecían guardaespaldas, junto a una mujer rubia y hermosa como la que vieron en el cuadro de la casa de Etelka en las Montañas Negras, y a su lado un viejo conocido, el estudiante de medicina Ernst Heindelmann, en un segundo el plan de subirse con ellos al ferry para poder atacarles por sorpresa se había esfumado, con poco tiempo para reaccionar los tres se dirigieron hacia la salida, solo les quedaba intentad aprovechar la sorpresa de atacarles cuando pasaran junto a la puerta de la posada, Ogmund y Erwin sacaban sus armas mientras Nikkit amartillaba su trabuco...

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