Escrotoderrata Tragalodo era un goblin inteligente dentro de los cánones de su raza, o por lo menos eso se creía él, en su mesa tenía aquellos libros de poder, no entendía aquellas extrañas palabras, pero estaba seguro que con ellos su poder aumentaría, siendo el temor y envidia de todos los clanes, lo había visto en sus visiones, con un movimiento rápido aparto el trapo mugriento con el que ocultaba aquella esfera negra, una delirante sonrisa se dibujaba en su cara, poso sus manos sobre la esfera, las vetas blancas parecían que cobraban vida moviéndose por el interior de la esfera mientras Escrotoderrata abría los ojos extasiado....
Sin tiempo que perder siguieron avanzando por el pasillo que subía hacía el Norte, con cuidado fueron inspeccionando todas las habitaciones que fueron encontrando, el mapa que les había dibujado Yodri era bastante fidedigno a lo que iban encontrando, aunque las estancias estaban cambiadas por el uso que de ellas habían hecho los goblins, de todas las estancias dos de ellas les llamaron la atención, la primera estaba cerrada con llave, pero Ogmund se encargo de abrirla recordando sus dotes de latrocinio, la antigua capilla había sido profanada con extraños símbolos que parecían representar signos arcanos, la otra estancia también se encontraba cerrada, y aunque Ogmund también consiguió forzar la cerradura esta no se abría, estaba cerrada por medios mágicos, Ramkir se encargo de neutralizar esa magia y pudieron acceder a lo que parecía ser la habitación del chaman goblin, aparte de ropa estrafalaria y unos cuantos libros que más tarde pudieron deducir que habían sido robados a algún comerciante de Nulm, y que no les aportaba ninguna información, encontraron una extraña bola negra con vetas blancas del tamaño de una cabeza, formada de algún extraño material parecido al alabastro, en un examen más minucioso Ramkir pudo observar que tenía tallados pequeños símbolos arcanos, con cuidado y sin tocarla la volvieron a tapar dejándola en aquella estancia, antes de encaminarse a las grandes puertas que en teoría daba a la gran sala decidieron acabar con los goblins que habían huido y se habían atrincherado en una de las estancias del Este, una vez derribada la puerta acabar con ellos fue rápido, casi tan rápido como lo que habían tardado Ogmund y Leopold en acabar con las mujeres goblins que habían encontrado en otra de las estancias del Este, solo un pequeño grupo de esclavos snotlings habían conseguido permanecer con vida.
Ante ellos tenían la doble puerta reforzada, estaba cerrada con llave y en ella los goblins habían escrito palabras de peligro, Ramkir utilizando los vientos de la magia transformo la madera en polvo para que luego Ogmund forzara la cerradura, la lamina de metal que quedaba de ellas se abrieron de par en par golpeando contra las paredes de piedra creando un fuerte gong, descendieron las escaleras hasta llegar a una gran sala, esta estaba iluminada por la luz del atardecer que entraba por un gran agujero ovalado que había en el alto techo, toda la estancia estaba llena de piedras provenientes del derrumbe del techo, a mitad de sala y casi de lado a lado de ella parecía como si hubiesen tallado una larga cresta rocosa parecida a un Cordillera, pero no era así, Ramkir fue el primero en darse cuenta, un ojo se abrió de lo que parecía ser una roca, en la cara de Ramkir se dibujaba el terror que le embargaba, con pasos vacilantes fue retrocediendo mientras con palabras entrecortadas decía, -dragón-, en ese momento el resto de compañeros pudieron apreciar con esa cresta se movía y pudieron apreciar con claridad el contorno del dragón, a Erwin y Leopold también les aterro aquella imagen y en su cabeza solo pensaban en alejarse lo más rápido posible, solo Ogmund pudo armarse de valor y quedarse plantado allí, pudo ver como como la imagen traslucida de Yodri caminaba entre las piedras hasta llegar al dragón, acariciándolo hasta que este volvió a cerrar los ojos, tras lo cual el enano antes de desvanecerse le señalo las puertas que había al otro lado de la gran sala, pero para llegar hasta ellas deberían de bordear al dragón que parecía otra vez dormido, Ogmund pudo imbuir de coraje a sus aterrados compañeros para que vencieran sus miedos y junto a él bordearan la gran sala hasta llegar a las puertas que había en el norte, están daban a unas escaleras que descendían a un nivel inferior de Kadar-Khalizad...
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