Poco a poco el silencio y la tristeza que recorría aquellas estancias de Kadar-Khalizad se fue adueñando de los cuatro intrépidos aventureros que en ella se habían aventurado, aunque ellos apenas se pararon a pensarlo la melancolía se reflejaba en sus rostros, el silencio daba paso a que los pensamientos mas recónditos salieran a flote, la cara de Ogmund reflejaba su propia lucha interna por no caer en el pesimismo de sus ideas, todos estos años intentando buscar un final que nunca llegaba, y si ese final no existía..., Erwin encaminaba la marcha, como casi siempre, su brazo nunca había flaqueado, nunca había dudado, -pero cuantas muertes había causado?, muchas de ellas se lo merecían, pero quizás no todas, pero él ya no sentía compasión por esas vidas, donde se había quedado el Erwin que si tenía esos sentimientos..., Ramkir jugaba inconscientemente con sus dedos, para él junto a su inteligencia lo eran todo, pero cada vez sentía que el peso sobre sus hombros era mayor, tenía la certeza que sus compañeros dependían de él para conseguir lo que habían venido a buscar, pero ya les había fallado dos veces, debería estar muerto, pero el destino no lo había decidido así, tenía otra oportunidad, pero y si volvía a fracasar, y si no estaba preparado para lo que estuviera por venir..., pero quizás quien más estaba sufriendo era Leopold, cerraba el grupo, se sentía agotado, casi arrastrando sus pies, los últimos encuentros con aquellas criaturas fantasmales le habían dejado agotado, aquello le había traído el recuerdo de su madre, la había dado por perdida, su encuentro fue algo tan inesperado que apenas había tenido tiempo para decirle todo lo que sentía y todo lo que la había echado de menos, y ahora estaba en aquel lugar, quizás en lo que sería la tumba de todos ellos, la había encontrado y ahora la podría perder para siempre, no volver a verla, aquella idea y el saber lo que le podría pasar si fracasaban le producía un gran dolor allí donde Ogmund no podía curarlo con sus oraciones...
Con cierto recelo se fueron subiendo a la barca, pero aquella no se movió ni un centímetro, pero al pronunciar otra vez a Grungni esta empezó a desplazarse, con un ritmo lento navego sobre 15 minutos hasta pararse en otro embarcadero, donde otro tramo de escaleras volvían a descender aun más en la montaña, dando lugar a una gran sala llena de estalactitas, en alguna de ellas se podían ver reflejadas las caras de enanos gritando, con cautela empezaron a bordear la sala para intentar llegar al corredor que había en el otro extremo, por el camino varías de aquellas estalactitas se desprendieron del techo impactando por suerte sobre sus escudos, los cuales quedaron inservibles ya que se deshicieron, tras aquella sala anduvieron por un sinuoso corredor que cada vez se estrechaba más, hasta por fin llegar a una sala cuadrada, en ella al fondo había una puerta de dos hojas idénticas, fabricadas con algún extraño metal negro y con un detalle asombroso, mostrando en sus relieves a guerreros enanos, flanqueando las puertas había dos estatuas de dos guerreros enanos...
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